Cuatro patrones intrépidos

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José Miguel López Romero
José Miguel López Romero
Periodista. Redactor de Diario de Ibiza

Cuatro de los últimos cinco patrones mayores recuerdan cómo, desde 1975, apostaron por un modo de vida que defiende la pesca selectiva y respetuosa con el fondo marino.

Francisco Soler Blanes | 1975-1980

Enrolado en pesqueros desde los 14 años

El expatrón mayor limpia unas redes. Archivo personal
El expatrón mayor limpia unas redes. Archivo personal

Tres días después de cumplir los 14 años, Francisco Soler se enroló en el ‘Juan José’ rumbo a las costas de Canarias, previo paso por Casablanca (Marruecos), para pescar calamares. «Pasó un año mareado. Le decían, ‘tú come y come, que se te pasará’. A su edad los metían en el congelador para que manejaran el hielo», relata su hijo, Fran. Siendo un niño partió de su El Campello natal hacia unas aguas en las que le pasó de todo, desde ‘pescar’ una mina alemana de la Segunda Guerra Mundial a divisar, desde el pesquero en el que iba embarcado, cómo un terremoto reducía Agadir a escombros el 29 de febrero de 1960: «Al salir del puerto, vieron que las luces de la ciudad se apagaban y poco después sintieron cómo les pasó por debajo la ola del maremoto», ilustra su hijo.

Francisco siguió la tradición familiar: iba a ser pescador, como su abuelo, su padre y su hermano mayor. A bordo del ‘Juan José’ permanecía en alta mar, junto a otra docena de marineros, de seis a siete meses.

De allí pasó a una nave más grande, el ‘Ramón Baeza’: «Cuando embarqué en esta, mi mujer estaba embarazada. Al regresar, el niño ya corría».

Pasaba demasiado tiempo fuera de su hogar, razón por la que, a principios de los años 70, decidió cambiar el rumbo de su vida: «Mi mujer, Teresa, y yo vinimos una semana a Ibiza para descansar. Tenía un hermano y familia que ya vivían aquí. Tras esos días, en cuanto regresé a El Campello, decidí volver solo y compré junto a mi hermano un barquito que se llamaba ‘Juanita los Ángeles’, un arrastrero de unos 10 metros, que era del ‘Tío Calero’: ‘Pagadme como queráis’, nos dijo. Estaba harto de ir a Canarias, de pasar allí medio año».

«Cuando embarqué en el ‘Ramón Baeza’, mi mujer estaba embarazada. Al regresar, el niño ya corría»

Mudanza

En las Pitiüses ya no tenía que pasar tanto tiempo lejos de Teresa y de sus hijos. Pescaba ‘gerret’, calamares o salmonetes alrededor de estas islas: «Entonces me levantaba a las dos de la madrugada. Podíamos regresar a puerto a las cuatro de la tarde, pero yo siempre entraba a mediodía. Porque o se vendía el pescado a las 13 horas o ya había que esperar a la tarde».

LA CIFRA

-50%
se han reducido las embarcaciones en 30 años
En la actualidad, la Cofradía de Vila cuenta con 55 socios y 35 embarcaciones. Son 45 socios (-45%) y 35 barcas menos (-50%) que los que había en el año 1987.

Poco tiempo después, en 1975, le nombraron patrón mayor de la cofradía: «Aún estábamos en el muelle viejo. Poco después pasamos a la actual ubicación». En esa época la cofradía tenía pocos recursos: «Ni para pagar las máquinas de hielo. Estábamos empeñados en 300.000 pesetas. Al final compramos dos y poco a poco recuperamos dinero. Cuando dejé de ser patrón mayor, había ya un fondo de 800.000 pesetas».

La máquina de hielo les trajo de cabeza durante años: «Un palangrero de Alicante quería pegar fuego a la cofradía porque no le pudimos abastecer de hielo para su pescado. Le explicamos que disponíamos de poco para los propios barcos de la isla. En verano, el problema con el hielo era aún mayor». Aquel palangrero incluso sacó un bidón de gasoil y amagó con dejar reducido a cenizas el puerto pesquero.

Tras el ‘Juanita los Ángeles’, compró en Altea el arrastrero ‘Punta de Ifach’, junto a su hermano y Marieta Cardona. «Era uno de los siete» de ese tipo que por entonces faenaban en la isla: «Nos costó un millón de pesetas. Tenía 19 metros y 120 caballos. Yo era el patrón y llevaba tres o cuatro marineros a bordo».

Soler en su vivienda de Ibiza. Toni Escobar
Soler en su vivienda de Ibiza. Toni Escobar

La última jornada

Jubilado hace 21 años, asegura que no tiene añoranza del mar, en parte por lo que le sucedió durante su último día de pesca, la jornada en la que decidió no volver a navegar nunca más. A las dos de la madrugada, se cayó al mar en es Cap des Llibrell, vestido con botas y ropa de agua: «Al tirar el arte, me cogió la pierna y me lanzó fuera del barco. Menos mal que la red me arrancó la bota de golpe, lo que me permitió salir a flote. Me tiraron una cuerda y pude regresar a bordo».

Cuando llegó a casa, le contó lo sucedido a su mujer: «Me dijo, no vayas más. Y no volví. Era una señal. Fui a la casa del mar y pregunté cuánto me quedaba para jubilarme. Me dijeron que incluso me sobraban años. Amarré el barco, vinieron de Xàbia y lo compraron». Quienes lo adquirieron aprovecharon los papeles del ‘Peñón de Ifach’ para construir uno nuevo.

Juan Ribas Suñer ‘Curt’ | 1980-1992

Los años de la independencia

Juan Ribas Suñer, patrón mayor de la Cofradía de Eivissa entre los años 1980 y 1992, es un hombre de pocas palabras, pero le sobran siete para expresar por qué decidió retirarse a los 57 años: «Ya estaba hasta el coco de todo».

Jubilado hace ocho años, empezó a trabajar en el mar a los 19 años en el ‘llaüt’ en el que ya faenaban, con trasmallo y artes menores, su padre y su hermano. La embarcación tenía el nombre de ‘Curt’, el apodo de la familia, una seña de identidad que mantendrían con los años: «Mi hermano y yo, poco tiempo después, compramos un barco de arrastre, el ‘Hermanos Curt’, con el que navegamos hasta que nos jubilamos. Tenía 21 metros de eslora».

‘Curt’ en el muelle pesquero de Ibiza. J. M. L. R.
‘Curt’ en el muelle pesquero de Ibiza. J. M. L. R.

Asegura que no echa de menos aquellos tiempos: «Es un oficio muy sacrificado. Empezábamos a las dos de la madrugada a trabajar, para salir al mar a las tres. Y entrábamos a puerto a las cinco de la tarde».

Como patrón mayor, desde 1980 se llevaron a cabo cambios trascendentales en la cofradía: «Por ejemplo, nos independizamos. De la cofradía de pescadores de las Pitiüses surgieron la de Sant Antoni y la de Formentera, ambas con sus respectivos patrones mayores. Dividimos la isla en dos: de Portinatx a sa Caleta, por el norte, para Sant Antoni; el resto, para Ibiza. Y montamos una cooperativa para todos los pescadores, incluidos los de Formentera y Sant Antoni». En 1984 culminó el proceso, según detalla Xicu Cardona, gerente de la Cofradía de Eivissa.

¿Por qué se inició ese proceso de independencia? «Hasta entonces –detalla ‘Curt’– Sant Antoni y Formentera apenas tenían servicios propios; nadie, por ejemplo, que se ocupara de los seguros. Y funcionó». Según Cardona, en Sant Antoni y Formentera sólo tenían dos pequeños locales para pesaje y almacenaje de capturas.

«Fui a los ‘raors’ una vez o dos, otra a calamares. Ya no me llama la atención el mar. Y a un barco de pesca no he vuelto a subir»

De su etapa también recuerda los continuos «roces» que había entre los pescadores que usaban las artes menores y los buques arrastreros, «tanto por las redes perdidas como por las capturas».

Decidió jubilarse en el año 2010: «Ya estaba hasta el coco de todo. Estábamos muy vigilados, por tierra, mar y aire. Parecía que fuéramos piratas». Además, «el personal dedicado a este sector es muy escaso. Cada vez hay menos gente que quiera ir a faenar. Si la tripulación era de cuatro, cuando fallaba alguno era difícil salir al mar con tres».

Apenas ha vuelto a tirar un anzuelo desde entonces, ni siquiera como pesca recreativa: «Una vez o dos fui a los ‘raors’ y otra a los calamares con un amigo. Nada más. No me llama la atención ya el mar. Y a un barco de pesca, nunca más he vuelto a subir». Lo dicho, hasta el coco.

Emilio Benítez López | 2000-2011

Pescador con vocación de cocinero

Nacido en el interior de Almería, en Huercal-Overa, Emilio Benítez (patrón mayor entre 2000 y 2011) decidió dedicarse a la pesca porque le tira el mar. Empezó tarde, a los 28 años. Dejó su empleo de mantenimiento en la hostelería, como electricista, fontanero y apaños varios, por las artes: «¿Por qué ese cambio tan radical y a esa edad? Porque me di cuenta de que con la pesca era más libre, más que en otros trabajos». Además, las continuas crisis económicas le tenían harto: «Te quedabas en el paro y no sabías adónde echar mano. Aunque la verdad es que siempre tuve trabajo, cuando no era en la obra, de fontanero o electricista, lo primero que pillaba».

Benítez junto a un barco pesquero de Vila Vicent Marí
Benítez junto a un barco pesquero de Vila Vicent Marí

El primer barco al que se subió fue el ‘Superviviente’: «Se llamaba así porque el padre de Juanito, mi compañero de pesca, había sobrevivido al hundimiento del crucero ‘Baleares’». De siete metros de eslora, se dedicaban al trasmallo hasta septiembre, y luego al curricán y al palangre. Después de tres años con el ‘Superviviente’, obtuvo «todos los títulos de pesca y navegación» y compró un barquito, el ‘Roca’, un ‘llaüt’ de seis metros de eslora: «Pequeño pero muy cumplidor».

A los 28 años dejó su trabajo de mantenimiento en la hostelería por el mar, para sentirse «más libre»

A los dos años lo vendió y se hizo con el ‘Tatu’, con el que navegó una docena de años: «Después se jubiló el hermano de un compañero. Como su barco se quedó sin patrón, me pidió que lo fuera yo. Le dije que de acuerdo, pero sólo si tenía derecho a compra, porque cuando él se jubilara, yo tendría que seguir pescando. Desguacé entonces el mío, el ‘Tatu’, y me fui de patrón con el ‘Joven Antonio’». Este ya tenía 9,55 metros de eslora.

De 64 años, se jubiló el pasado mes de enero. Su ‘Joven Antonio’, fue al desguace: «No lo pude vender. La juventud… Decían que era muy grande. Yo he trabajado en él solo, en verano, y con marineros, en invierno. Podría haberme jubilado a los 61, pero aguanté tres años más para intentar vender el barco y no perder la licencia». Aguantó pese a que «tenía ganas de dejarlo porque tenía jodida la rodilla derecha».

Como en el caso de ‘Curt’, no tiene morriña de su oficio: «El día 15 de diciembre fue la última vez que fui a pescar. Volvía del ‘gerret’ cuando, al llegar a puerto, me paralizaron el barco para desguarzarlo. Desde ese día, se acabó, no he vuelto al mar. No lo echo de menos».

Asumió en el año 2000 el mando de la Cofradía, justo «cuando tenía bastantes problemas», entre ellos que «algunos no querían pasar por ella a pesar el pescado. Entonces se vendía hasta un 30% en negro. La conselleria advirtió de que había que hacerlo todo en blanco, pero a la gente le costó mucho».

El patrón descarga cajas en la feria del ‘gerret’. V.M.
El patrón descarga cajas en la feria del ‘gerret’. V.M.

Pero su verdadera pesadilla fue otra: «Tuvimos la mala suerte de que nos obligaron a arreglar la cofradía. Fue el palo más gordo que tuve que aguantar». Les aseguraron que recibirían «una ayuda del 100% del presupuesto de la obra», que se disparaba a unos 600.000 euros. Años después de acabada, sólo percibieron una quinta parte, asegura.

Los pescadores pagaron el silo, las neveras, el congelador… «Nos salió caro. Tuvimos –comenta Benítez– que apechugar con una hipoteca de más de 400.000 euros, avalada por nosotros con nuestras propiedades. Se implicaron patronos y marineros. Y el Govern no nos daba un euro, hasta que subvencionó la parte final que quedaba, unos 120.000 euros».

No añora pescar, pero sí cocinar. Gracias a su especial forma de preparar el ‘gerret’ y los arroces, ha ganado un par de concursos. Es un asiduo de la fiesta del ‘gerret’. Quizás no vuelva a subir a un ‘llaüt’, pero siempre tiene preparado el delantal.

El ‘Rafael Llopis' entra en el puerto de Ibiza. Archivo personal
El ‘Rafael Llopis’ entra en el puerto de Ibiza. Archivo personal

Antonio Cardona Ramón | 2011-2018

Equilibrio conseguido, equilibrio perdido

Antonio Cardona Ramón fue el encargado de recoger el 5 de agosto, en nombre de la Cofradía de Eivissa, la Medalla de Oro de la ciudad. Pocos días más tarde, por Sant Bartomeu, cesaba como patrón mayor tras siete años al frente, si bien ya lleva dos años jubilado. Con 59 años de edad, lo dejó porque arrastra «un problema de salud» derivado de su trabajo: «Tengo un problema de estabilidad y de oído. Las reuniones ya se me hacían pesadas, ya no me enteraba de lo que decían. El secretario tenía que estar a mi lado para explicármelo. Y el objetivo que tenía cuando empecé ya estaba más o menos cumplido. Y con creces».

Su objetivo era, precisamente, aquel por el que se premió a la cofradía: mantener la pesca artesanal para que no se esquilmen los fondos marinos. «Cuando empecé, querían aumentar el censo de la flota de barcas forasteras que faenan aquí. Mi propósito era evitar que vinieran más de las que ya lo hacen», explica. «Iban a aumentar el censo de barcos alicantinos que vienen aquí, unos 40. Y, además, que hubiera también más barcas de Mallorca. Siempre han querido mantener ese censo alto. Llegó a estar en 140. Pero conseguimos reducirlo», señala.

Cardona dejó de ser patrón mayor en agosto. V.M.
Cardona dejó de ser patrón mayor en agosto. V.M.

Otro de los problemas a los que se enfrentó desde el año 2011 fue el de la reforma de la cofradía, la pesadilla del anterior patrón, Emilio Benítez: «No teníamos una buena situación económica. No recibíamos la subvención que se nos había prometido. Y cuando llegó la ayuda, era una mínima parte de lo que en principio nos dijeron».

Ahora, «tras siete años de lucha, la cosa más o menos se ha estabilizado». Dice más o menos porque ahora les toca lidiar con el cambio de ubicación de la cofradía. Pero de eso ya se encargará Antonio Tur Serra, Blai, el nuevo patrón mayor.

Cardona empezó a pescar en 1979, cuando tenía 19 años de edad. Dos años antes ya había navegado con las golondrinas. Se decidió por este oficio pese a que su familia no era marinera: «Me empujó a ser pescador el mar, que siempre me ha encantado».

Junto a Benítez y Manuel Barahona en un acto de Peix Nostrum. Archivo personal
Junto a Benítez y Manuel Barahona en un acto de Peix Nostrum. Archivo personal

A las Columbretes y más allá

Se embarcó en ‘El águila’, de 14 metros de eslora: «En esos tiempos pescábamos en las islas Columbretes con artes menores: sirvia, langostas, calamar… Seis horas de navegación hasta llegar allí. Permanecíamos en esas islas una semana. Aquello era duro. Si entraba mal tiempo había que resguardarse tras los islotes. Nos llegamos a tirar cinco días parados, viendo cómo las olas nos pasaban por encima».

La Clave

HORARIOS
Cambios en la pesca
Antonio Cardona indica que el mayor cambio que ha tenido la profesión es el de los horarios: «Antes trabajábamos de tres de la mañana a seis de la tarde. Ahora nunca cubren las 12 horas legales. Salen a las 4 y vuelven normalmente a las 13 horas».

Con aquella misma barca fueron en 1981 a probar en el mar de Alborán: «Estaba virgen. Llevábamos palangre y 40 trasmallos. Pero eso era peor que las Columbretes. Sólo hicimos tres viajes».

Poco después se enroló en una barca de arrastre de Sant Antoni, ‘Las dos Consuelos’, años más tarde bautizada como ‘Tanit’: «Desgraciadamente naufragó en sa Conillera», recuerda.

Junto a uno de los marineros de ‘Las dos Consuelos’ buscaron una embarcación para pescar por cuenta propia: «Vimos una que estaba, la verdad, en bastantes malas condiciones, el ‘Rafael Llopis’, una barca de arrastre de 17 metros. Pero éramos muy jóvenes (yo tenía 22 años y mi compañero 18), y nos animamos y la compramos». Había sido construida originalmente para una familia de Vinaroz, que acabó pescando en Denia. Luego, un ibicenco la adquirió.

«Querían aumentar la flota de barcas forasteras. Mi propósito era evitar que vinieran más de las que ya lo hacen»

Cardona achaca, precisamente, a la juventud sus actuales problemas de salud: «Son consecuencia, en parte, del ruido de los motores de los barcos. Éramos jóvenes, no teníamos en cuenta que debíamos ponernos cascos. Incluso dormíamos con la oreja pegada al motor. Me he tirado, además de mis turnos de guardia, hasta 36 horas pegado al motor. Y a la larga, eso repercute».

Dice que echa de menos salir al mar: «Pero no puedo ir ni de recreo, al volantín. A no ser que me amarren al barco».

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