Arte, diseño y enología están estrechando vínculos. Las bodegas se esmeran hoy en día no solo en elaborar vinos de calidad sino también en presentarlos de formas únicas, con etiquetas que engloban originalidad, diseño e incluso arte. Cada botella es un reto para los diseñadores gráficos y los profesionales de marketing, que intentan plasmar la personalidad del vino con una imagen que se encargue también de ‘vestir’ la mesa.
«Hace unos años, muchas bodegas se esmeraron en crear etiquetas muy diferentes para llegar a un público más joven», expresa Rosa Hamersma, de Vino & Co., quien agrega: «Las botellas más llamativas suelen ser de vinos que están por debajo de los 10 euros». La gran competencia que hay en este nivel obliga a las bodegas a realzar su atractivo no solo en la calidad del vino en sí, sino también en su presencia. Así, los diseñadores gráficos tienen el reto de conquistar al consumidor con formatos y etiquetas que resulten curiosos, graciosos u originales.
Los divertidos vinos ligeros de La Granja 360 son un buen ejemplo. Un cerdo, una cebra, un pavo real, un pato, una ‘gallina’, un flamenco y un ciervo ilustran las etiquetas de los diferentes vinos de esta bodega, que nació con el objetivo de «reinventar el concepto tradicional del vino».
«Este objetivo se refleja tanto en el propio vino como en el innovador diseño de sus etiquetas, que se sirven de una concepción surrealista del mundo animal para representar cada uno de los vinos», indican desde La Granja 360. El diseñador Enrique Torrijos fue quien plasmó su visión fantástica del mundo animal. «Tal y como él lo describe, pasó los veranos de su infancia en un pequeño pueblo donde solía visitar los corrales de sus vecinos, en los que con su mirada infantil descubría cerdos voladores, burros parlantes, vacas pintadas de colores llamativos y gallinas que ponían huevos de oro». Todo ha quedado reflejado en las botellas de La Granja 360.
La fotografía es otro recurso excelente para poner el sello de identidad a una bodega o hacer fácilmente reconocible el tipo de vino que vamos a adquirir, como ocurre en las botellas de la bodega Matsu. Un joven aparece en la botella de El Pícaro, un hombre de mediana edad en El Recio y un anciano en El Viejo. Imágenes perfectamente adecuadas a cada uno de los vinos.
Otro ejemplo genial de etiquetado destinado a conquistar a clientes jóvenes es el vino Peleón, que incluye en su etiqueta a un jugador de boxeo en el ring. «El punto estaba en disociar el concepto ‘vino peleón’ de vino malo, para acabar asociándolo al de un caldo joven, vinculado a sus cualidades ‘vigorosas’ otorgadas por su consumo en dosis moderadas», explica Dídac Catalán, director de arte y creativo, responsable de este innovador diseño. «El logotipo acuña el nombre en un ring de boxeo creado en líneas del grosor similares a las de los pies de la fuente seleccionada, una didona, esbelta y de base firme. Dando como resultado de la combinación de elementos, una marca armoniosa en peso y contraste», completa Catalán.
El etiquetado juega con el consumidor en las diferentes variedades de vino. Al enfrentar una botella de vino tinto y una de blanco, se aprecia que ambos boxeadores están en el mismo escenario batiéndose en duelo. El director creativo expone: «En las versiones de 1/4 se han seleccionado dos muchachos 1/4 de edad más jóvenes en relación a las botellas de 75cl., puesto que se está tratando con botellas pequeñas pero trabajando en el mismo concepto».
Este tipo de diseños son los preferidos por jóvenes que se están empezando a introducir en el mundo del vino, que buscan sorprender cuando tienen invitados en casa o quieren llevar algo diferente a una cena con amigos. Sin embargo, es extraño encontrar este tipo de etiquetas en restaurantes, donde los clientes suelen confiar más en los vinos de etiquetas más clásicas.
Los vinos orgánicos también suelen tener un etiquetado innovador y diferente «para llamar la atención». Su imagen quiere transmitir frescura, y una esencia ecológica que, en definitiva, es su razón de ser. Imágenes en las que la naturaleza es protagonista o diseños limpios son una constante en este tipo de vinos.
Bodegas Arraez, que suele colaborar con artistas para el diseño de sus etiquetas, presenta su primer vino ecológico que elaboran a partir de uvas de Monastrell en la D.O. Jumilla. «Esta etiqueta ha sido diseñ̃ada por el pintor valenciano Eduardo Bermejo, uno de los jóvenes valores de arte en España», afirman desde la bodega.
En este sentido, cabe destacar las colaboraciones de grandes artistas con bodegas a la hora de diseñar las etiquetas, como la que realizó Miquel Barceló con la bodega mallorquina Ànima Negra para ilustrar sus vinos Son Negre. Peces, cráneos, ojos y seres fantásticos protagonizan estas obras de arte.
Uno de los proyectos más impresionantes es el de Cru Garage, una serie de cuatro vinos mexicanos (tres tintos y un blanco) de la familia Torres Alegre que cuenta con una etiqueta muy especial. Cuatro artistas profesionales, entre ellos Leonardo Torres, realizaron ocho finos grabados tradicionales con técnicas que van desde el grabado aguafuerte hasta la técnica punta seca. «Leonardo plantea una idea de etiqueta más allá de las imágenes clásicas: que conserve al vino como personaje principal de la botella», explican desde la bodega. Para ello, diseña «este peculiar contorno de formas redondas con un pequeño recorte o ventana. Así el vino siempre estará asomándose en la imagen».
Para comenzar, se recortaron de manera manual ocho placas de zinc con el contorno o forma representativa de las etiquetas Cru Garage. Estas fueron entregadas a los artistas para que cada uno realizara dos propuestas para vino tinto y/o para vino blanco, de las que se elegirían solo cinco para vestir el vino Cru Garage. «Fue muy complicado elegir, ya que todas la propuestas poseen una singular belleza», confiesan desde Torres Alegre.
La estética de los vinos también debe ser diferente si quiere atrapar a un público masculino o femenino. «Las mujeres suelen elegir vinos con motivos como flores, corazones o mariposas en la etiqueta, mientras que los hombres suelen escoger más vinos en los que, por ejemplo, aparece un castillo», apunta Rosa Hamersma, quien indica como ejemplo de vino que eligen las mujeres el Vino del Buen Amor, presidido por un gran corazón rojo. Desde Finca Volvoreta, productora de esta referencia, apuntan: «Quisimos rendir homenaje a uno de los primeros embajadores del vino de Toro, el Arcipreste de Hita, y a su libro ‘El Libro del Buen Amor’ (1930); pero también a todos lo que piensan, como nosotros, que el vino es un encuentro».