La Navidad es una época del año donde el consumismo y el gasto excesivo salen a relucir más que en ningún otro momento del año. El «por si acaso» o el «esto por si no le gusta el asado» hacen que las despensas y las neveras se llenen más cantidad de comida y bebida de la necesaria. Por esta razón, la cocina, donde se suele llevar a cabo el reciclaje de los envases del resto del hogar, es también el punto donde dar una segunda vida a los alimentos.
Es importante que antes de las fiestas se vacíe el congelador, ya que al terminar la Navidad, habrá que congelar gran cantidad de los alimentos. También habrá que recuperar los envases de comida para llevar y así repartir todo aquello que sobra.
Más allá de compartir y congelar la comida que sobra hay que ser creativo y darle una vuelta a los alimentos para que se conviertan en recetas, un poco más ligeras, pero igual de sabrosas para consumir los siguientes días a Navidad.
Más allá de los tradicionales canelones de Sant Esteve o los pasteles de carne rellenos del pavo asado, hay muchas maneras de disfrutar de las tradicionales recetas navideñas una vez finalizan las fiestas. El caldo, además de ser consumido, puede ser una base excelente para cremas de verduras. Un truco es congelarlo en una cubitera y así utilizar cubitos cada vez que sea necesario. Las carnes asadas o guisadas, además de convertirse en canelones o ropa vieja, pueden ser el ingrediente que le de sabor a unas originales croquetas o a unas empanadillas. Por no hablar de los sándwiches de pavo asado, ¡están deliciosos!
Recetas rápidas
Los garbanzos cocidos son ideales para un hummus y la patata, junto con la col y la panceta, se convierten en una tradicional receta del Pirineo catalán: el trinxat de la Cerdanya.
El marisco tiene un uso más escaso, pero no menos delicioso. Se deben congelar al instante, pero si se congelan las almejas sin concha, podrán ser una base muy rica para unos espaguetis con almejas. Los langostinos, pelados y sin cabeza, congelados podrán convertirse en el relleno de un milhojas de calabacín con langostinos. Una idea rica, elegante y muy sana.
Sin duda, es importante saber darle una segunda vida a la comida, pero es más importante llevar a cabo una compra responsable y adquirir solo aquello que realmente uno vaya a necesitar. De ese modo, se consigue reducir el desperdicio de comida.