La vida en alta mar se vive de otra manera, las olas marcan los segundos, el viento los minutos y la travesía los días. Carlos Castro ha podido comprobarlo y a día de hoy guarda en su memoria los recuerdos vividos a lo largo de muchos mares y océnaos a bordo del Princess, un super barco de lujo que atraca en el puerto de Ibiza durante la época estival.
¿Qué le llevó a probar este trabajo?
Hice un evento hace años en un barco, aquí en Ibiza, y todos estuvieron muy contentos conmigo. Me ofrecieron, una vez que tuviese la licencia, trabajar en barcos, aunque al final no salió. Pero la isla siempre trae buenas oportunidades y pasado un tiempo, me llegó otra.
¿Ésta ha sido su primera temporada en el barco?
Sí, y ha sido toda una locura. Yo trabajaba como chef privado en villas de lujo y puedo decir que la temporada en un barco es muy dura. Hemos estado anclados en alta mar y hemos viajado constantemente, todo ha sido muy intenso.
¿Hace cuánto que vive en el barco?
Un año. Vivía en Ibiza, tenía alquilado un piso, pero como estoy todo el día aquí, comparto camarote con otro miembro de la tripulación. Es pequeño porque el espacio para vivir en un barco no es igual que en tierra, pero ha sido una experiencia que reporta mucho. He visto muchos delfines, pescado calamares… para mi el estar en contacto con el mar es la clave. Y también es curioso porque yo me imaginaba que iba a estar más en contacto con el mar estando en un barco, pero no. Me dedico a lo mio que es la cocina y al final pues me pongo a pensar que estoy en un barco, porque se me olvida.
¿Cuánto tiempo ha estado sin pisar tierra firme?
En julio y agosto hemos estado anclados en el mar, con lo cual terminas tu jornada de trabajo y sigues en el barco. Es un poco comprimido, no se como explicarlo.
¿Sus labores son parecidas a las que puede hacer el chef de un hotel, por ejemplo?
Sí, es lo mismo porque esto es un hotel pero flotante. Es más reducido, pero si. Yo me ocupo de alimentar a la tripulación en mi día a día y cuando están los dueños pues también cocino para ellos y para los invitados. Estoy solo en la cocina, pero me gusta mucho con lo cuál pienso que he ganado mucha experiencia.
¿Para cuántas personas ha llegado a cocinar?
Pues nueve de tripulación y hasta 12 invitados que pueden hospedarse en el barco. Hemos tenido fiestas con 20-30 invitados. No tienes horarios, porque eres tu y solo tu para que esto funcione. Los marineros se encargan de otras cosas, cada persona tiene su trabajo concreto para que todo esté listo en su momento.
¿Cuáles son las labores que se realizan durante el invierno?
Restaurarlo, arreglarlo y mantenerlo porque no se puede ‘cerrar’. Se necesita mantenimiento y funcionamiento constante.
¿Echa de menos vivir en tierra firme?
Sí, muchísimo. Justo acabo de firmar el contrato de mi nuevo piso, así que ahora en invierno voy a estar más relajado, podré irme a dormir a casa y vivir con más tranquilidad. Tener una vida casi normal.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
No me imaginaba que fuese tanta inmersión, vivir para el barco. Llevo un año ‘a tope’, no he parado, tan solo dos semanas. Es duro no ver a la familia, trabajar las navidades y los festivos.
¿Qué significa para usted esta experiencia?
Para mi es una experiencia que nunca me podría llegar a imaginar. Te amoldas a este tipo de vida, horarios, comidas, todo. Comemos a las 12.00 y cenamos a las 18.00. A veces termino de cenar y mis amigos no cenan hasta altas horas de la noche. Ha sido un cambio muy radical. De ser freelance y elegir mis horarios, mis clientes, a dejar toda mi vida social a un lado por esta oportunidad.
¿Necesita alguna licencia para poder trabajar?
Si, de seguridad. Debes conocer qué peligros existen, tambien los riesgos o cómo actuar. Como mínimo. En realidad esto es otro mundo, hay involucradas muchas personas, marineros y nacionalidades diferentes.
¿Hay muchos españoles?
No, casi ninguno. Yo, por ejemplo, soy el único del barco. Sudafricanos, alemanes, ingleses, no ves a muchos españoles. Ya sueño en inglés, hablo en inglés, todo el día con horarios ingleses. Realmente estoy en un jet lag un poco raro.
¿Su día más especial y su día más caótico?
Yo creo que es el mismo. Estábamos en la F1 de Mónaco y nos dejaron entrar en todos los paddocks. Eran en torno las 17.00 horas y me dijeron, tenemos una buena noticia y una mala. La buena es que puedes entrar a ver todo y la mala es que tengo 20 invitados en tres horas que quieren comer sushi. Yo estaba super contento de poder ver lo que había detrás de este deporte, pero tuve una visita express y salí corriendo al barco a cocinar. La verdad es que fue muy especial porque todos mis compañeros me ayudaron y fue una gran locura que salió muy guay. En resúmen es una gran experiencia y voy a continuar porque todo el mundo está muy contento conmigo.
¿Qué le gustaría hacer en un futuro?
Me gustaría tener mi propio restaurante. Este trabajo me está dando mucha experiencia, sobre todo día a día y me siento muy feliz. Queda mucho por delante.