Ya ha llegado el verano, y con él comienza la temporada de recogida de dos de los manjares más apreciados de la huerta ibicenca: la patata roja de Ibiza (la auténtica) y la sandía.
Al hablar de patata, casi todo el mundo piensa en un producto básico de la gastronomía al que muchas veces se resta importancia. Esta percepción se rompe cuando hablamos de la patata roja ibicenca, una variedad altamente valorada por los cocineros y, por supuesto, los comensales que han tenido el placer de probarla.
La patata roja es un elemento insustituible en muchos platos tradicionales como el bullit de peix, la ensalada payesa, el sofrit pagès o la frita de polp. Sus características permiten que la patata capture el sabor de los alimentos con los que comparte receta, convirtiéndose en un ingrediente exquisito. Cuando se ingiere simplemente frita, conserva un color amarillo intenso y no se quema.
La recuperación de la auténtica patata roja ibicenca no está siendo una tarea fácil. Comenzó en 1999 de la mano del Consell de Eivissa, y tuvo un momento clave en 2013, cuando se inició una prospección en la isla para recuperar la semilla de la patata roja de Ibiza. Tras una siembra extensa en 2016 para conseguir más semilla, y con el paso del tiempo, se ha conseguido reintroducir comercialmente la patata ibicenca con la semilla saneada. Hoy en día se puede encontrar con el distintivo Sabors d’Eivissa, una garantía de que se trata del producto auténtico y no de otras variedades importadas.
Sandía, el alimento del verano
La sandía ibicenca es uno de esos productos que no pueden faltar en temporada estival. Apreciada por su dulzor y su textura crujiente, puede ser introducida en muchas recetas creativas (especialmente en postres), pero simplemente al natural es deliciosa.
Pero, ¿cómo saber que se trata de la sandía de Ibiza? «Gracias al etiquetado directamente de origen por el agricultor», expresa Josep Lluís Joan, técnico de Agricultura del Consell, quien indica que este producto no se basa en una variedad tradicional, aunque la actuación colectiva de los productores «ha apostado por la calidad gustativa de una variedad comercial rayada de gran dulzor».
Los productos locales refuerzan el atractivo de la gastronomía ibicenca, y cada vez son más los restaurantes que apuestan por su calidad en sus cocinas. Un ejemplo a seguir es Cas Pagès, que compra directamente la patata ibicenca al productor para asegurarse de la autenticidad de la materia prima que introducirá en sus platos más tradicionales. Una iniciativa a la que se van sumando otros establecimientos.