Las aguas de Ibiza y Formentera son un reclamo para cientos de barcos de todo el mundo. Pocos lugares en el Mediterráneo cuentan con las marinas y las infraestructuras necesarias para albergar grandes esloras. A esto se une la profesionalidad de los técnicos especialistas en náutica que trabajan en las islas. Otros atractivos que valoran quienes surcan las aguas pitiusas son la gastronomía, la oferta nocturna y la impresionante naturaleza.
En las últimas semanas Ibiza ha recibido al megayate Bravo Eugenia, de 109 metros de eslora. Desde enero, esta embarcación pertenece a Jerry Jones, propietario del equipo de fútbol americano Dallas Cowboys, que se hizo con él por 250 millones de dólares. El barco cuenta con dos helipuertos, un hangar para las lanchas y su propio beach club.
Unos metros más pequeños (105), el Lady Moura propiedad de Nasser Al Rasheed, propietario de la consultora Rasheed Engineering, puede alojar hasta 30 pasajeros, atendidos por una tripulación de 61 personas. Entre los servicios que incorpora destacan un casino y un quirófano completamente equipado.
Otro de los barcos que más ha llamado la atención es Clipper Stad Amsterdam, una réplica del mismo velero del siglo XIX pero con las comodidades y medidas de seguridad de uno moderno.
Junto a los grandes yates y los más lujosos veleros que surcan las aguas de todos los océanos, la realidad se impone y la gran mayoría de barcos que surcan las aguas no superan los 10 metros.
Por otro lado, la falta de amarres a un precio asequible complica la posibilidad de que los residentes adquieran un barco. A ello se suma la elevada carga impositiva que soportan las embarcaciones de recreo, por lo que casi el 90% de los barcos que se venden en la isla tienen, como máximo, ocho metros de eslora.