Un total de 111,5 metros cuadrados, diez mesas de trabajo, una pequeña cocina para preparar las degustaciones y un diminuto almacén en el que guardar folletos, dípticos, trípticos, flyers, tarjetas, bolígrafos y todos los obsequios (jabones, bolsas, packs sensuales, chocolate de algarroba, pelotas de playa, pendrives, baterías…) con los que la nutrida representación de Ibiza en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur) intentó durante cinco días atraer turismo a la isla. Fuera de temporada, a ser posible.
El espacio de Ibiza se distingue claramente al entrar en el pabellón número 7 de Ifema. Por las fotografías (una puesta de sol en Benirràs, la plaza de Santa Gertrudis, casas blancas en Balàfia, Dalt Vila…) por la pantalla en la que se proyectaban imágenes de aguas cristalinas, bodegas de vino, rincones bucólicos y mercadillos y el blanco prácticamente integral. Mesas, sillas, taburetes, paredes… Hasta los uniformes del personal de turismo, que estrenan en Madrid estilismo Adlib que lucirán en todas las ferias y actos de promoción.
En el estand de Ibiza los asistentes posaron divertidos con los elementos de la campaña #ibizeate, bailaron con el espectáculo de Sandra Love para promocionar el Ibiza Gay Pride de 2016, cantaron con la propuesta de Ibiza Blau Music y degustaron los platos que cada día preparó el cocinero José Miguel Bonet: tartar de espardenyes con aire de remolacha, salmonete en escabeche, huesos con col (sin hueso), tataki de sirvia, ensalada líquida de gamba, espuma de greixonera y mousse de café caleta.
En varios instantes el espacio se quedó pequeño y algunos políticos tuvieron que celebrar reuniones con agentes de viaje y turoperadores en rincones improvisados junto al estand, en el que la actividad no paró en ningún momento. En algunos, de hecho, el espacio parecía una auténtica fiesta, como cuando drag queens, bailarines y zancudas con plumas y lentejuelas lo convirtieron en su escenario. O cuando la Reina de Turismo de México, Indira Andrade, aceptó cantar un tema de Alaska, o cuando el candidato socialista a la presidencia del Gobierno posó con los políticos y decenas de visitantes le pedían a gritos un selfie.