Cuadros con marco. Caras con collares. Cuanto más grandes mejor. Y cuantos más, también mejor. La tendencia del invierno se ha mantenido con fuerza este verano, en el que todo exceso está permitido. Nunca es suficiente. Y no se trata sólo de escoger un collar XXL con el que decorar el cuello, si no, incluso de combinar varios para conseguir un resultado más espectacular. Un exceso que traspasa el cuello y llega a las muñecas, profusamente adornadas con decenas de pulseras, a cual más diferente. Originales combinaciones que llegan prácticamente hasta el codo, imitando los brazos de las novias de la India.
No hay excusa, más allá de la afición por el minimalismo, para huir de esta moda. Rock, punk, étnico, oriental, posh… No importa el estilo, hay collares excesivos para todos los gustos. Desde los que se ajustan al cuello, cual gargantillas, enmarcando el rostro y prácticamente cubriendo hombros, cual golas del siglo XXI, a los que se descuelgan, enredados, por el escote, rozando el ombligo y oscilando a lado y lado de las caderas. Las opciones en las tiendas y mercadillos de la isla son infinitas. Despiertan las ganas de envolverse con vueltas y vueltas de bisutería.
Cuentas de colores, piedras, aros, pinchos, originales piezas de metal, cadenas, telas, trenzas, flecos, plumas, pompones, cuero, dijes, monedas, lazos, perlas, lentejuelas… Todo sirve para convertir el cuello en el punto de atracción de cualquier look. Sobre todo de los más sencillos, que se transforman con sólo añadir un collar nada discreto.