«A las 4 horas 40 minutos de hoy». Y por si no quedaba claro, se insistÃa en el subtÃtulo: el jefe del Estado, Francisco Franco Bahamonde, caudillo de España por la gracia de Dios («porque Dios es muy gracioso», se decÃa en un chiste de la época) habÃa muerto en La Paz, que no en paz, «a las 4 horas 40 minutos» del 20 de noviembre de 1975. Diario de Ibiza pasará a la historia como el único periódico de España que dio la noticia, la gran noticia española del siglo XX, en su primera edición.
Y eso ocurrió gracias a que, la noche anterior, Carlos Tur y Salvador Petit no abandonaron la redacción de Diario de Ibiza hasta las cuatro de la madrugada, a la espera de que la agonÃa de Franco acabara. HabÃan dejado lista para la rotativa una portada cuyo titular principal era ‘Persiste la gravedad’. Tal como años más tarde contarÃa Tur, sobre las cinco de la madrugada, cuando ya estaba en la cama, escuchó en la radio que el dictador habÃa muerto. Llamó a Petit, regresaron rápidamente a la redacción (en la calle Aragón, por entonces) y cambiaron la portada, en la que sólo usaron letras y un teletipo de la agencia Cifra (el EFE nacional). El resto del periódico ni lo tocaron. Eso sÃ, se adelantaron notablemente a la hora oficial de la defunción, las 5 horas 25 minutos.
«Fascismo es educación»
Acababa asà una etapa iniciada el 16 de marzo de 1937, cuando tras seis meses de silencio reapareció Es Diari. Su anterior número data del 12 de septiembre de 1936 y su cabecera no era de Diario de Ibiza, sino de Solidaridad Obrera, órgano de comunicación de los anarcosindicalistas CNT, AIT y FAI, que controlaron las Pitiüses tras desembarcar en agosto, donde dejaron un rastro de sangre a su paso. Sólo duró un dÃa esa cabecera. Tras el bombardeo nacional del 13 de septiembre (primera matanza del dÃa) y las posteriores represalias en el Castillo (segunda matanza), el silencio. Seis meses de silencio.
Fue el único diario que en su primera edición publicó la muerte del dictador
El diario que regresó era, como es lógico, más franquista que Franco. Y lo fue hasta su muerte y un poco más allá. El escritor Mariano Villangómez, sin ir más lejos, dejó constancia el 1 de abril de 1937 de cuáles serÃan los derroteros de esta redacción en adelante. Bajo el tÃtulo ‘Demagogias’, el alabado poeta ibicenco dejaba claras sus preferencias ideológicas, al menos las de entonces: «Fascismo es educación y, por ello, cátedra de ciudadanÃa. No divide, sino que aúna. La España que nos nace, es esto lo que quiere: ver reunidos a todos los españoles en un esfuerzo común, conscientes de nuestros deberes patrióticos, bajo su bandera».
Durante casi cuarenta años, este medio sirvió de soporte a Falange, que a diario y hasta la década de los 50 tuvo su página propagandÃstica cada jornada.
Los superpoderes de Franco
La propaganda rozó a veces, más bien sobrepasó, el lÃmite de lo esperpéntico, hasta el punto de que daba la sensación de que Franco tenÃa superpoderes: «El Caudillo ha pescado un cachalote de más de 35 toneladas», publicó Es Diari el 6 de agosto de 1959. A «arponazos» y mediante «tiros de carabina». Un machote. Pasados los años, y ya con menos fuerza, en agosto de 1966, y también a bordo del ‘Azor’, el tamaño del cetáceo menguó ligeramente: «El Caudillo captura una ballena de 25 toneladas», sacaba este periódico en primera página el dÃa 20 de ese mes. En su ejemplar del domingo 9 de octubre de 1955, sus órdenes eran muy claras: «Ibicencos: el Caudillo nos honrará hoy con su visita a Ibiza. A las 9 de la mañana la población entera de nuestra isla debe concentrarse en los andenes del puerto para tributarle un entusiasta recibimiento». Debe. Ni media tonterÃa, vamos.
En todos esos años de franquismo no resulta fácil encontrar en Diario de Ibiza noticias locales u opiniones que no fueran propagandÃsticas. Curiosamente, contienen mucha más información los diarios de sus primeros 30 años de vida, en los que se hacen comentarios de la vida nacional y local atrevidos.
Tachones de la censura
Salvo cuando los dictadores asomaban la cabeza. El golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923 convirtió las páginas de Diario de Ibiza en dálmatas: los negros tachones de la censura (a veces párrafos o textos enteros) convertÃan en ilegibles los artÃculos. HabÃa que ir con cuidado, pues los redactores se la jugaban. Tras el pronunciamiento, quedaba sometido a jurisdicción militar todo aquello que «directa o indirectamente, de palabra o por escrito, por la imprenta, el grabado u otro medio mecánico de publicación exciten» a propalar noticias que «vayan encaminadas a promover que los individuos del Ejército falten a la subordinación o quebranten sus deberes militares».
El advenimiento de la República devolvió a estas páginas cierta frescura. El 14 de abril, tras las elecciones, Es Diari reconocÃa el triunfo de «los antimonárquicos» en España. Pero lo ocurrido en Ibiza fue muy distinto: «La lucha ha sido reñidÃsima, dándose, empero, el caso de que la batalla ha sido, precisamente, entre los mismos bandos monárquicos». Se proclamó la República, pero Es Diari seguÃa teniendo ramalazos carcas. En pleno boom del turismo en la isla, el 13 de agosto de 1932 cargaba contra los visitantes que iban demasiado frescos: contra las mujeres que llevaban «escotes por delante y por detrás, que parecen muestrarios de carne, ya fresca, ya ajamonada, según los casos»; y contra los hombres «con camiseta transparente como telaraña, sin mangas y con tales escotes que otro muestrario semeja cada uno de ellos». Eran «unos desconsiderados» con los ibicencos.
Matutes, ese moderado
Cuarenta y cinco años más tarde, España celebraba sus primeras elecciones legislativas tras la dictadura. En un régimen de monopolio informativo local, la portada de Diario de Ibiza del 16 de junio de 1977 da una idea de cómo fue la campaña: «Una vez más a favor de la moderación, Ibiza y Formentera votaron la verdadera democracia. Abel Matutes, senador». Unos meses antes, el empresario habÃa manifestado, a la muerte de Franco, «esa figura excepcional e irreparable» (sic), su sensación de «orfandad» y «vacÃo». A los que critican la deriva de algunos periódicos nacionales, les convendrÃa repasar la prensa de esa época, cuando las sutilezas editoriales cundÃan por su ausencia.
Franco murió de madrugada, de manera que los redactores de Diario de Ibiza sólo pudieron cambiar la portada. Pero Felipe, el actual Felipe VI, nació a mediodÃa. Y Es Diari sólo le dedicó un minúsculo módulo: «La princesa SofÃa, esposa de don Juan Carlos, da a luz un niño», tituló. Y después, siete lÃneas. Algo más se extendió el dÃa de su bautizo, quizás porque «el Caudillo» fue a la ceremonia «vestido de capitán general». Allà permaneció, incluso durante el cóctel, «en pie». Qué menos se podÃa esperar de quien pescaba cachalotes a arponazos.
Más espacio se dedicó durante meses al corajudo medio centenar de españoles que durante 11 meses, y ya acabada la guerra, se atrincheraron en la iglesia filipina de Baler y no capitularon hasta que, por casualidad, el militar al mando, Saturnino MartÃn Cerezo, reconoció que hacÃa tiempo que Filipinas no era española. Fue, según este periódico, «el colmo de la heroicidad». Lo sucedido en Annual en julio de 1921, sin embargo, fue un «doloroso sacrificio» que ahondó en la depresión y desconcierto de la sociedad de esa época, tal como reflejó Diario de Ibiza en sus crónicas.