Educación en positivo

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Diana Blesa
Diana Blesa
Periodista. Redactora de especiales de Diario de Ibiza.

Educar y criar a los hijos es una experiencia que resulta muy enriquecedora pero a la vez muy complicada. Todos los padres se ven en más de una ocasión en situaciones que rozan la desesperación, ante el comportamiento de unos niños que buscan fórmulas para expresarse que no siempre son las más adecuadas. ¿Qué recomiendan los pediatras? Ante todo, no perder la calma.

Los expertos hablan de la ‘crianza positiva’, que consiste en reforzar las buenas conductas y más ignorar que castigar las inadecuadas. «Cuando un niño tiene una rabieta o responde ‘no’ a lo que se le pide, los padres se sienten retados, como si les echaran un pulso que ellos, como adultos, no pueden perder», afirman desde la Asociación Española de Pediatría (Aeped). Ante esta situación, los médicos aconsejan «intentar ver más allá de la ‘conducta problema’, pensar que esta es una expresión de un malestar que quizá desconocemos».

Cuando el niño se ‘porta mal’, puede ser que esté cansado, triste, nervioso, incómodo… y no sepa expresarlo de otro modo. Así, los padres deben intentar comprender qué está ocurriendo y ayudarle a salir de esa situación, una máxima que puede beneficiar la relación entre padres e hijos.

El lenguaje corporal, esencial para la relación con los pequeños.
El lenguaje corporal, esencial para la relación con los pequeños.

«Determinados comportamientos inadecuados, pero no peligrosos, se pueden ignorar», afirman los pediatras, que indican que de este modo, al no prestarles atención (que es lo que buscan los pequeños), será más fácil que desaparezca la mala conducta. «Lo natural es que cada vez que se hurgue la nariz, se le diga que no lo haga. O que si grita para dirigirse a los padres, se le responda elevando aún más el tono de voz. Respondiendo así, el niño repetirá esta actuación, porque el resultado es que obtiene atención». De este modo, desde la Aeped recomiendan ignorar al niño cuando grite o se comporte mal, no interactuar con él, y prestarle atención cuando esté tranquilo. Entonces, explicarle de forma calmada cómo debe hablar a las personas, con tono de voz tranquilo y con respeto.

La Aeped recuerda que para los niños es más fácil imitar que obedecer, por lo que los padres tienen la responsabilidad añadida de ser el ejemplo para sus hijos todo el tiempo. Por ello es tan importante tener paciencia y no perder la calma a pesar de que el niño se esté comportando muy mal, para conseguir hablarle con tono bajo e intentar que el niño haga lo mismo. Las conductas que sean peligrosas o no se puedan tolerar por las formas (insultos, agresiones, objetos peligrosos…) «deben ser interrumpidas de inmediato, sin amenazas pero con decisión y firmeza».

Reforzar las buenas conductas

Cariño, paciencia y compromiso, esenciales para la educación del niño.
Cariño, paciencia y compromiso, esenciales para la educación del niño.

Es importante que los adultos aprendan a redirigir la atención a comportamientos «que se valoran y se quieren incrementar», según los pediatras, mediante elogios que han de ir acompañados de expresiones corporales tales como un beso, un abrazo, una sonrisa… cuando el niño haga algo bien.

Sin embargo, es esencial no centrar los elogios solo en sus logros sino también en sus esfuerzos. «Por ejemplo, si se le pide que se lave los dientes y se observa que lo está intentando, hay que elogiarle inmediatamente —apuntan desde la Aeped—. Si, por el contrario, solo se presta atención al resultado final, ‘que se ha lavado los dientes muy rápido y no bien’, y le reñimos, en lugar de incrementar la posibilidad de que lo intente nuevamente y esté contento con lo que ha hecho, es probable que se frustre, se enfade y no quiera volver a repetirlo».

En torno a los tres años, los niños tienen explosiones emotivas que los padres deben ayudar a canalizar.
En torno a los tres años, los niños tienen explosiones emotivas que los padres deben ayudar a canalizar.

Tranquilidad ante las rabietas

Las rabietas forman parte de la conducta del niño, especialmente alrededor de los tres años. El niño pone constantemente a prueba un sentimiento de independencia, y cuando los padres se niegan a hacer realidad sus deseos, tiene explosiones emotivas en forma de llantos, pataletas e incluso agresiones. «Se trata de una edad que implica un importante compromiso educativo por parte de los padres», recuerdan desde la Aeped.

Hay que reconocer los logros pero también los esfuerzos del pequeño.
Hay que reconocer los logros pero también los esfuerzos del pequeño.

La respuesta a las rabietas debe ser, principalmente, una actitud tranquila e indiferente. «Nunca debe accederse a un deseo que el niño exprese a través de rabietas, por más justo y lícito que sea», recomiendan los pediatras, quienes afirman que si aceptamos, cederíamos ante su chantaje, «y el chantaje nunca puede ser bueno».

Cuando la rabieta es excesiva, «puede ser útil el aislamiento temporal»: dejar al niño solo en una habitación, sin distracciones, durante unos minutos (dependiendo de su edad), y advertirle de que el tiempo se prolongará si continúa con su actitud.

 

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