Richie Hawtin, uno de los mejores dj de música electrónica del momento, relata su experiencia japonesa, cómo descubrió el sake, el sushi y los izakayas (bares). Cree que existe un gran paralelismo entre música y gastronomía en el aspecto creativo, el marketing y lo puramente económico, con los que se puede interactuar.
—Usted es un amante de la gastronomía y en especial de la japonesa. ¿Cómo lo explica?
—A todos nos gusta comer. Recuerdo los primeros viajes como dj en los que no importaba donde comía, sólo quería llegar al concierto y tocar. No había mucho tiempo, ni dinero, y era sólo un niño. No conocía las diferencias entre ciudades y cultura. Fui creciendo y aprendí a viajar, a entender que una de las maneras más rápidas y más interesantes de conocer la cultura local era probando la cocina del lugar. Así comenzó mi aventura con los alimentos.
—¿Dónde nació su interés por la cultura culinaria japonesa?
—En Europa la comida sigue conectada más a nuestra cultura europea y americana, pero cuando llegué a Japón, me pareció estar en otro planeta y quise empaparme de todo porque en los 90 ya era posible encontrar sushi fuera de Japón, pero para un chaval de Detroit, que nunca había tenido la experiencia de comer sushi de verdad, fue alucinante. Luego fui a la lonja a probar pescado fresco y sake y me entusiasmé con la idea.
—¿Qué relación hay entre la gastronomía y la música electrónica?
—Me gusta la música electrónica porque es un reto, hay que seguir adelante con algo fresco, siempre hay una nueva canción, un nuevo productor de vanguardia … algo que hace que sea emocionante. Eso es la comida para mí, también. Desde el primer momento todo fue emocionante, nuevo y fresco en Japón. Los gustos, los colores, los rituales eran nuevos y diferentes, como en la música.
—¿Qué fue lo primero que comió en su aterrizaje nipón?
—Sushi de salmón y de atún, en un bar. Los bares de sushi son muy pequeños, de madera, minimalistas y muy atractivos. Los sushiman son muy orgullosos, profesionales y sofisticados. Los músicos y artistas se sienten atraídos por una buena cocina, ahora más que nunca. Es increíble ver como los cocineros juntan unos ingredientes y hacen algo único. Lo mismo que los dj hacemos con las canciones lo encontré en la industria del sake.
—¿A qué le supo el sake la primera vez que lo descubrió?
—Estaba pasando el rato con mis amigos en Tokio buscando comida local en los izakaya (locales de reunión de amigos) donde venden sushi, carne a la parrilla y tempura. Mis colegas pidieron una cerveza japonesa, pero a mí nunca me ha gustado le cerveza, así que seguí su recomendación y opté por el sake. Desde el primer trago me enamoré del sake. Me encantó el sabor, el color, su pureza, las tacitas para tomarlo y me llamó la atención que todo el mundo empezó a servirme. No recuerdo nada parecido en ninguna otra cultura del beber. Me encantó esa sensación de beber en comuna. El sake me ha dado hermosos recuerdos.
—¿Así que decidió entrar en el mundo del sake?
—Llevó mucho tiempo. Necesité casi diez años de viajar por Japón y disfrutar del sake. Hice un curso de cinco días, aprendí historia, costumbres y gastronomía, la forma en que se mide el sake, los cuencos de arroz en forma de moneda en los primeros días. Aluciné con todo y hablaban de familias y grupos, de su gustos y sus propias identidades. También del paso de una generación a otra y de que el consumo se estaba hundiendo. A principios de 1990, y pese a ser una industria muy creativa, estaba en decadencia y necesitaba gente que la ayudara y la llevara por todo el mundo. Fue como escuchar a alguien hablándome de la industria discográfica.
—¿Le paso algo similar con la música?
—En los años 90 queríamos hacer nuestro propio estilo de techno, nadie creyó en nuestra idea, así que tuvimos que hacerlo nosotros mismos. Nos vimos obligados a hacer las canciones, aprender el proceso y enviarlas a todo el mundo. Este enfoque es exactamente igual que la industria del sake, por lo que entendí que había un paralelismo. Podía aplicar mis conocimientos de la industria discográfica en ésta para ayudarles. Me encantaba la bebida y la creatividad, siempre he sido bueno en empaquetar cosas y hacerlas atractivas. Podía hacer con el sake lo mismo que haces con un buen álbum, necesitas una gran cubierta, marketing y dejar que la gente escuche.
—Y ahora tiene socios en bodegas de Japón con los que produce sake…
—Ibiza es la clave de todo el desarrollo del proyecto. Yo tenía la idea de volver a Berlín abrir un pequeño bar de sake, pero no estoy nunca allí. Entonces pensé en ‘Enter’ y comenzamos a desarrollar la idea en Space con una barra de sake. El primer año tuvimos una edición especial de sake y cerveza, el segundo año tuvimos sólo tres ediciones especiales de la fábrica de cerveza. Cada vez que voy a Japón visito las fábricas y me animó más.
—¿Qué objetivo persigue?
Mi principal objetivo es simple: sólo quiero poner una buena causa encima de la mesa y obtener una experiencia correcta.
—Le gusta la comida japonesa, su cultura, su arquitectura…Justo todo lo contrario de su Detroit natal.
—Suena contradictorio, pero la música que realmente me gusta, es la música que hago, soy un tipo minimalista. La cultura japonesa, la belleza de la creación de sushi o ver a un maestro haciendo tempura con sus movimientos especiales sólo para lograr la perfección, se asimila a lo que quiero encontrar en la música: la sencillez de la perfección..
—Pero la cocina europea también es minimalista y se parece cada vez más a la oriental
—La revolución de los alimentos que ha habido en la última década es increíble y las combinaciones platos y recetas son muy creativas. Los hermanos Adrià combinan ciencia y locura, los chefs vascos también hacen una cocina evolutiva. Para mí es la misma sensación que cuando la gente escucha uno de mis temas. La pureza y la sensación que la buena música te da es como una cena increíble y si lo juntas todo tienes un momento sublime.
—¿Qué opina de la cocina española?
—Soy un fan de la cocina española, porque es también simple. Los pimientos de Padrón con aceite, ajo, y sal, fritos rápidamente son una delicia. Puedes catar la esencia de la comida. La dorada a la sal es un plato perfecto, se quita la sal y el pescado está en su punto. La navajas y los percebes también son platos que tienen un equilibrio y un refinamiento fantástico.
—¿Qué me dice de las gambas ibicencas o e la langosta de Formentera?
—Para mí lo mejor son los tomates, tienen una acidez increíble… Y las patatas, y las cebollas.
—¿Por qué hay tantos ‘chefs’ famosos ahora en las islas
—¿Por qué están los dj aquí? Los chefs vienen por exactamente la misma razón que los dj. Hay una oportunidad creativa, es un cruce de caminos, de culturas, de personas y de edades. La gente viene a buscar experiencias nuevas que contar a la vuelta a casa. A vivir una experiencia con Adrià o a escuchar el mejor dj del mundo. Eso no lo tienen en casa. Para alguien creativo, Ibiza es el lugar ideal para desarrollar su talento.
—¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?
—Kyoto. Es una hermosa ciudad llena de cultura, gastronomía y amor. También me gusta Buenos Aires, me encanta su cocina y el espíritu de la gente, la pasión y la calidez. Y Nueva York, porque es un crisol de culturas. que ofrece todas las posibilidades.