Sergi Arola está en un momento dulce de su vida personal y profesional que le permite afrontar nuevos proyectos con ilusión y ganas. La segunda temporada de su restaurante franquicia, Vi Cool, en el Hotel Aguas de Ibiza respalda su idea inicial de abrir en la isla del momento.
—¿Cómo afronta esta segunda temporada en Ibiza?
—Digamos que he llegado a puerto, estoy encantado, enamorado y profesionalmente contento porque todo parece encajar. En el restaurante hemos mejorado muchas cosas, conocemos mejor el cliente y la familia Torres ha hecho una inversión importante, con un nuevo ascensor que da acceso directo al restaurante.
—¿Hay muchos cambios?
—Completamos la oferta gastronómica que planteamos en la primera temporada. No necesitamos cambiar mucho. Lo bueno es que la carta está más consolidada.
—Usted mantiene su estrategia de abrir franquicias por todo el mundo. Ha inaugurado el restaurante Arola en el Hotel Sangrilá de Abu Dhabi. ¿Por qué invierte tanto fuera?
—Arola está ubicado en un lujoso hotel de cinco estrellas sobre una playa privada del Golfo y, como aquí, las tapas serán el plato estrella. En agosto abrimos en Baqueira y en breve en Luxemburgo, pero también estoy desarrollando un nuevo concepto de pollería en Madrid que se llama El Pollo Gamberro.
—Parece que está en un momento dulce.
—Sí, especialmente con mi novia, Silvia Fominaya, me va genial y todo apunta a que irá mejor. También intento sacar adelante la deuda con Hacienda, que ya está consolidada, y cerrar ese tema.
—¿Quién se ha enamorado más, el rockero o el cocinero?
—El rockero está muy enamorado, de hecho he compuesto tres canciones muy bonitas para Silvia. A raíz del episodio de malos tratos de su marido recuperamos el contacto y surgió el amor.
—¿Cómo ocurrió?
—Soy muy sensible a los malos tratos. No sé lo que haría si me tropezase con un maltratador. Le ofrecí mi ayuda y el 18 de marzo la invité a Portugal. A los diez minutos de vernos en el aeropuerto ya estábamos colados. Luego salimos y cuando nos pillaron juntos los paparazzi decidimos hacerlo público. Ahora tenemos ganas de formar una familia juntos.
—¿Está de moda que los cocineros se enamoren de las presentadoras?
—No es mi caso.
—¿Cómo contempla la llegada de ‘chefs’ famosos a Ibiza?
—Soy fórmula low cost. Doy de comer por 25 euros, no por 200. Me aburre el restaurante caro. No quiero cocinar para una corte de millonarios. Tengo una política de precios, no quiero hipotecarme o prostituirme. Ya hay suficientes restaurantes caros en Ibiza. No soy un diseñador italiano, voy en vaqueros y zapatillas y hago comida para gente normal con una media de 28 euros.
—¿Observa cambios en la isla?
—Percibo la isla este año con un cierto cansancio porque se abusa de la confianza. No vengo como un bucanero sino a darle a la gente de la isla lo que quiere y puede pagar. Soy estricto en esto y me moriré siéndolo. Ibiza es un destino top, está entre los 5 primeros destinos del mundo.
—¿Por qué apostó por Ibiza?
—Si tengo restaurantes en Abu Dhabi, Bombay, Sao Paulo y Estambul, ¿cómo no voy a apostar por Ibiza?
—Usted presume de rebelde, rockero, ‘chef’ de alto vuelos y se vende bien. ¿Es necesario todo eso para ser un chef mediático?
—Me vendo bastante bien. Hay que ver cómo te mueves, a mí me tratan de puta madre. Los chefs españoles estamos ahora en lo más alto y lo hacemos bien.
—¿Cuál es la cocina del futuro?
—La respuesta y el futuro es Asia, hay mucho que hacer en Europa.
—¿Y la cocina española, dónde queda?
—Desde que Ferran Adrià cerró El Bulli nos hemos quedado en tierra de nadie, aunque tenemos el Celler Can Roca como el mejor restaurante del mundo pero no todo puede ser Fórmula 1. Nuestra cocina evoluciona de forma normal
—¿Qué le inspira para hacer un plato o receta?
—Ibiza me inspira siempre. Tengo la suerte de viajar y eso me ayuda a aprender y refrescar mi know how. Quiero mantener mi forma de ser, antes tenía restaurantes fuera de España para poder pagar mis deudas. Aprovecho las oportunidades y las sinergias, si preparo un curry es que lo he aprendido en Bombay. Aprendo rápido, soy culturalmente más rico que antes.
—¿Le preocupa el hambre del mundo o el derroche de nuestra alimentación?
—Me preocupa la desigualdad de comer, no solo el hambre. Nos hemos olvidado de que la democracia es igualdad y para que lo sea hay que compartir. No puede ser manipulada, ni víctima del populismo. Hay que concienciar de ello a la gente para que el futuro sea de nuestros hijos y nietos. Somos deudores de las generaciones venideras
—¿Propone una revolución… con sus patatas bravas?
—No critico a los gobiernos, pero si legislan de espaldas a la gente sin explicar lo que hacen tendrán problemas, es un principio básico, hay que hacer política didáctica. España pertenece hoy a un montón de acreedores y hay poco margen de maniobra. No han tenido capacidad de liderazgo y eso da paso a mesías y la gente es la que decide…