[avatar user=»Kiko» size=»120″ align=»left»]Kiko Muñoz CO-PROPIETARIO DE EL PALADAR Y PREMIO NACIONAL DE CORTE EN 2010 [/avatar]El mundo de los jamones puede llegar a ser muy confuso. ¿Quién sabe la diferencia, por ejemplo, entre un jamón de Jabugo, jamón ibérico, un pata negra, un 5 Jotas, jamón de Guijuelo…? ¿Cuáles son las claves para elegir una buena pieza? ¿Cuál es el mejor modo de conservarlo, o la temperatura ideal para consumirlo? He aquí algunas claves para sacarle el máximo provecho al rey de la Navidad. Y si, a pesar de todo, no te atreves a cortarlo… siempre quedará la opción de dejarlo en manos de profesionales.
El jamón se debe de consumir entre 25-27 grados. A esta temperatura la grasa empieza a fundir y esto potencia el sabor y textura en boca. Para conseguir esta temperatura hay varios trucos caseros, uno de ellos es calentar el plato para que poco a poco el jamón vaya consiguiendo la temperatura correcta.
Lo ideal sería consumir el jamón en menos de 3 semanas, y cuanto menor sea el tiempo, mucho mejor. También dependerá del tipo de jamón: si es un jamón ibérico puede aguantar mucho más tiempo abierto debido a que tiene más grasa y esta grasa no permite que se deshidrate tan rápido. En cambio, un jamón de cerdo blanco a las 2-3 semanas se empieza a poner duro.
Los jamones no son como tornillos: hay piezas mejores que otras, según la alimentación del cerdo, la raza, el lugar de origen y del tiempo de curación. Por eso, debes acudir a un comercio especializado para comprarlo, igual que una guitarra la comprarías en una tienda de instrumentos musicales. Es importante tantear al dependiente para ver si de verdad entiende de jamones; hoy en día los clientes tiene tanta información que a veces saben más que el propio empleado.
1.—Grasa. Mirar si ambos lados estrechos del jamón están cubiertos de un pequeña capa de grasa; eso hace que al empezarlo no nos encontremos los primeros centímetros del jamón duros y tengamos que tirar las primeras lonchas.
2.—Curación. Hay que fijarse bien en la curación. Para ello solo hay que presionar con el dedo la zona de la carne y ver que se puede hundir entre 2-3 mm. De esta forma podemos comprobar que no está ni demasiado blando ni demasiado curado.
3.—Jugosidad. Los mejores jamones son los que más aceite desprenden, esto lo podemos ver tocando la parte de la grasa; si desprende aceite significa que por dentro estar más jugoso.
El jamón debe de guardarse en un lugar seco, y si es posible no muy frío, puesto que el frío compacta la grasa y suaviza los sabores. La temperatura ideal de conservación es entre 18-20 grados con ambiente seco. Hay que tener en cuenta que dejarlo en un lugar húmedo hará que la humedad entre en la pieza siendo más probable que a este le salga moho. La humedad es agua en el aire, y si le entra al jamón es igual que echarle agua por encima.
Si después de leer este artículo aún no te atreves a cortarlo, lo mejor es llevarlo a una tienda especializada en la que te lo pueden cortar y envasar al vacío por raciones de 100-120g., con lo que salen unas 25-30 raciones. De esta forma el jamón conserva el mismo sabor y la misma calidad, y las raciones se pueden mantener perfectamente en la nevera durante 2 meses.
Es recomendable sacar los envases unas horas antes del momento de consumirlo para que el jamón coja la temperatura correcta, sin preocuparse de que cambie el sabor y la calidad o que se eche a perder. Esto tiene un coste de entre 25-30 euros por jamón y unos 16-18 euros una paleta.
1Cómo empezar. Lo ideal es consumirlo por la parte ancha, la maza, con la pezuña para arriba. Solo en el caso de que sea un jamón de poca calidad y nos vaya a durar mucho lo deberíamos empezar al revés, con la pezuña hacia abajo. Así consumimos primero la zona más seca del jamón, la babilla, antes de que se ponga dura.
—Delimitar bien con un corte en la caña donde empieza la carne, como se ve en la imagen.
—Retirar toda la grasa amarilla y corteza que cubre de la zona que pretendemos cortar en ese día.
—Ya se puede empezar: hacer lonchas pequeñas de entre 4-5 centímetros para que sean más fáciles de degustar en boca, y cortar en línea recta llegando a ambos extremos del jamón.
2Llegando al primer hueso. Cuando empiece a salir el hueso es muy importante, con un cuchillo pequeño, separar los huesos de la carne y cortar hacia el hueso. Es la única forma de poder vaciar ese rincón y que no se produzca el típico corte curvado destrozando el jamón.
—Cuando se está terminando la maza, debemos llevar un corte recto hasta que aparece el hueso central. En cuanto este hueso se vea a lo largo de todo el corte, le podemos dar la vuelta.
3Darle la vuelta. Para empezar la babilla hay que hacer lo mismo que en los primeros pasos: recortar toda la grasa amarilla y descubrir la carne. Se delimita bien hasta donde llega la carne y se empiezan a cortar las lonchas hasta los dos extremos. Al ir avanzando, va saliendo el hueso del puente, que iremos separando de la carne con la punta de un cuchillo pequeño. Cortar lonchas en línea recta, como si el hueso no existiera.
4Cómo finalizar. Al empezar a ver el hueso por la otra parte ya nos olvidamos de las teorías, toca cortar por donde se pueda y, si es necesario, hacer algunos taquitos, que también están riquísimos. Eso sí: no hay que dejar ni 10 gramos de jamón en el hueso.