Existen pocas bebidas que puedan ser consumidas de tan diferentes formas como el café. Cuántas veces en una sobremesa tras una suculenta comida cada persona ha pedido uno distinto: solo, cortado, con leche, bombón, capuchino, carajillo, expresso, manchado… La lista es interminable. A ello se une que las formas de endulzarlo han cambiado; ahora el azúcar o la sacarina de siempre se sustituyen por azúcar moreno o stevia, aunque luego se caiga en incongruencias como tomar un bombón, que lleva leche condensada, con sacarina. Por otra parte, la leche de soja está ganando mucho terreno entre los intolerantes a la lactosa y los veganos. La leche de avena es otra opción. Pero si se quiere un buena espuma, hay que usar leche fresca, según los expertos.
La leche de soja va ganando terreno a la de vaca entre las personas veganas y las intolerantes a la lactosa
Los camareros de las cafeterías tienen además un ardua tarea para acertar con el gusto del consumidor cuando les piden un café con leche. Para solventar este problema, en Málaga existen nueve gustos, un catálogo creado por el propietario del Café Central en los años de posguerra para no tirar la bebida sobrante. Con esta idea compuso un cartel que ayudase a los clientes a decidir qué cantidad exacta de café querían. Así, se puede pedir de menos a más café una nube, un sombra, un corto, entrecorto, mitad, solo corto, semilargo largo y solo. Esta forma de pedir café se ha convertido en una seña de identidad de los malagueños.
Tal es la versatilidad de esta infusión que cada país o incluso cada región la consume de una forma diferente aderezando además con licores o frutos. El café caleta de Ibiza, con brandy y cáscara de limón, es buena muestra de ello. También en la isla se puede pedir un trifásico, que lleva café, leche y coñac, algo parecido al carajillo de toda la vida.
En Málaga existe un catálogo con nueve gustos que marca la cantidad exacta de café y leche
El turismo también hace que llegue a las Pitiüses otras formas diferentes de consumir esta bebida. Los alemanes piden que no se cambie el casquillo de la máquina donde se pone el café molido para sacar varios cafés porque les gusta muy aguado. Los ingleses usan el término de white coffe para pedir realmente un coffe and milk, lo que sería un café con leche. Un portugués o brasileño pedirá un pingado, parecido a nuestro cortado. Y un italiano, para quien el café es cultura, podrá pedir esta bebida de hasta doce formas diferentes.
Más cerca de la isla, a los valencianos en verano les gusta pedir un café del tiempo, que consiste en un café normal o descafeinado con hielo y una rodaja de limón. Un canario pedirá un leche y leche, que lleva café, leche y leche condensada, algo parecido al café bombón. Si a este le echas licor, canela y limón se convierte en un barraquito. Parecido a este es el belmonte, popular en la zona mediterránea, que es un café bombón con brandy. En el lado opuesto a estas variedades se sitúa el desgraciat, típico de Barcelona, que es un café descafeinado, con leche desnatada y sacarina. Sin duda, el más triste de toda la gran familia cafetera.