Gaspar atiende un pedido por teléfono, mientras un par de clientes esperan su turno para reservar un plato de la paella vegetariana que empieza a preparar. El olor al sofrito a base de verduras de temporada empieza a extenderse por el mercadillo y si alguno se despista corre el riesgo de quedarse sin uno de los manjares estrella de Forada. Pero no es el único; unos puestos más allá, Mariano está elaborando unos espaguetis de calabacín y verduras con una pinta estupenda también tiene un par de personas haciendo cola para degustar uno de los dos platos del día.
Es el Mercat de Forada, un espacio auténtico de verdad, «de los pocos que quedan en la isla», como apunta uno de los clientes que frecuenta este mercadillo todos los sábados y que conoce por el nombre de pila a todos los vendedores de los puestos. Y ellos a él también, y a muchos otros, porque si algo sorprende en este mercado es, como dice el cartel de la entrada, que se trata de un espacio interactivo, donde clientes y vendedores comparten experiencias, productos y vivencias.
El mercado, situado en un cruce de caminos -entre el camí de sa Vorera y la carretera de Santa Agnès- está impulsado por la Cooperativa Integral d’Eivissa, la Casita Verde, Can Tixedó y el Ayuntamiento de Sant Antoni, y cuenta con una docena de puestos en esta época del año, donde se pueden encontrar varios de hortalizas y verduras de temporada. Los boniatos ese día vuelan, al igual que tomates, lechugas, calabacines, etc. El puesto de Catalina es uno de los más frecuentados. Esta payesa, que asegura que «obligación de trabajar» no tiene, se encuentra «encantada» atendiendo al público y «ayudando» a promocionar el producto local. Cuenta que hay mucho cliente de residente extranjero porque saben apreciar la comida natural. Ana, Raimon y Pepe, que forman parte de la Cooperativa Integral d’Eivissa también tienen sus puestos allí. «Me cansé un poco de ir peleándome por las tiendas y supermercados para ganar cuatro duros y que te apretaran al máximo. Ahora somos cooperantes, trabajamos unidos, vendemos cajas de verdura y fruta. Se gana poco dinero, pero soy feliz», confiesa Pepe.
Del beach club al mercadillo
En el puesto de al lado, Nathalie ha repartido por una pequeña mesa un montón de jabones, cremas o pasta de dientes elaboradas por ella misma a base de productos locales y naturales, como la flor de San Juan, la caléndula o el romero. Esta belga residente en Sant Antoni desde hace 30 años dejó hace un año su trabajo en administración de un beach club para, después de formarse en varios cursos, adentrarse en este mundo «fantástico».
Mariam tiene una panadería en Sant Antoni y los sábados se acerca a Forada para vender unos panes que entran por los ojos. Están elaborados con masa madre o con la variedad de trigo local, la xeixa, que algunos productores tratan de recuperar en la isla. Como ella, Pili y Mariano, en su precioso puesto de comida donde cada plato y cada producto están perfectamente documentados, también apuestan por la xeixa, «por lo ecológico y por lo auténtico», por el raw food, la comida crudivegana o comida viva que promueve el consumo de alimentos en su estado natural. Este puesto es ideal para cautivar a escépticos porque la comida entra por los ojos y sabe muchísimo mejor. Una característica que se repite en todos los puestos y que se respira en cada rincón del mercadillo.
El mercat de Forada abre todos los sábados del año de 10 a 16 horas.