Ha pasado un año y Mónica Flaquer se sigue emocionando cuando recuerda el día de su boda con el dj Sebastián Gamboa, sobre todo el momento en que cogida del brazo de su padre se encaminaba hacia el altar bajo los acordes del Canon en Re Mayor de Pachelbel «y daba los pasos más importantes de mi vida». «Poder ir del brazo de mi padre es algo que no olvidaré nunca, mi príncipe real», asegura con satisfacción Mónica. Ese día, cargado de sorpresas, risas y emociones, lo recuerda con total precisión, al detalle, casi como resultó la organización y el desenlace de aquella inolvidable ceremonia celebrada en el agroturismo de Atzaró.
La historia de amor de Mónica y Sebas arranca en 2007 cuando se conocen, se hacen amigos, «muy buenos amigos, hasta que sin darnos cuenta nos convertimos en inseparables hasta hoy», cuenta Mónica, quien desde su exitoso blog de tendencias Loving my Steps (ya ha recibido más de 75.000 visitas en solo un año) narra sus vivencias y experiencias relacionadas con la moda, los viajes, etc. y en el que también tiene una entrada, como no, de su boda.
Tras una petición de mano sorpresa y muy especial en Barcelona en enero pasado, Mónica y Sebas se lanzaron a preparar en solo tres meses su enlace porque no querían alargarse en los preparativos y deseaban que fuera en mayo. Mónica cree que, a simple vista, «parece que tres meses es poco tiempo para organizar una boda, pero la realidad es que no hace falta más». Dicho y hecho, tres meses después, el 3 de mayo, Mónica y Sebas vivían el día más importante de sus vidas, «la boda de nuestros sueños».
Si algo tenía claro la novia desde pequeñita es que su vestido iba a ser diseñado por la diseñadora Teresa Bermejo, su madrina, «el que para mi, es el vestido de novia más bonito que he visto nunca». Acorde con su manera de ser y su vestido, el peinado y maquillaje también fueron sencillos, sin extravagancias. La maquilladora y la peluquera se acercaron al agroturismo para maquillar y peinar a la novia, y la terraza de la habitación se convirtió en un improvisado salón de belleza. Por su parte, Sebas diseñó junto al sastre de la tienda OMens, el que sería su traje para ese día.
Lágrimas y baile sorpresa
Tras una ceremonia donde los invitados tuvieron que tirar de pañuelo ante las emocionantes palabras de Quico, el hermano de la novia, debía llegar la hora del cóctel, de la fiesta. Pero ésta se precipitó de manera inesperada. Minutos antes de terminar la ceremonia empezó a sonar un tema musical y entonces, de repente, los invitados sorprendieron a los novios con una divertidísima y trabajada coreografía, que provocó las risas y un discurso no preparado de la novia agradeciendo la presencia de los invitados, y hasta del propio novio, a su boda ante el desternille de los presentes.
Entonces, sí, la ceremonia dio paso al cóctel informal, donde los platos se iban sirviendo a unos invitados repartidos a su gusto por los jardines del agroturismo. «No hubo formalismos, ni mesas en las que cenas a lado de alguien que quizás no conozcas», cuenta Mónica, quien recuerda el momento del cóctel como «increíble, en un entorno perfecto, con música clásica en directo que acompañó a la puesta de sol». Tampoco hubo vals con el novio (fue con el padre) y tampoco la música disco invadió la boda, como se podría pensar al ser el novio un dj. No. Hubo música en directo con un cantante y un grupo de flamenco, fotomatón gigante, divertidas chapas de regalo, tradicional lanzamiento de ramo y, por supuesto, como no podía ser de otra manera, solo a partir de la media noche, una muy buena música house. El remate ideal para una boda de ensueño.