Con la evolución de la dieta, hemos pasado de alimentarnos de comida cruda y dura a comida procesada y blanda. Esto influye en el desarrollo de los maxilares, que no crecen lo adecuado para albergar los 32 dientes; es decir, nuestros maxilares ya no crecen lo suficiente y los dientes siguen siendo los mismos, por lo que les falta espacio a estos para colocarse de manera alineada en la boca.
La disminución del tamaño de los maxilares se da especialmente en la parte anterior. Por eso, es importante la lactancia materna y cortar alimentos crudos con los dientes como las frutas, para estimular el desarrollo de este hueso y evitar futuros apiñamientos. Otra consecuencia de la dieta blanda es que los molares posteriores, al ser los últimos en salir, no tienen espacio, por lo que comprimen otras estructuras anatómicas que están a su alrededor y en muchas ocasiones pueden producir molestias en oídos y parte lateral de la cabeza. En la Clínica Dra. Tania Arteta tratamos todas las molestias y trastornos de la articulación temporomandibular (ATM).