Defensor con total convencimiento de la idiosincrasia y autenticidad de Ibiza frente a la globalización de la arquitectura y el diseño, Joan Ribas, diseñador en Vivenda, asegura que la isla no se puede dejar perder y debe huir de imitar a otros sitios como Mónaco o Riviera Maya. Para Ribas la mayor satisfacción es el trato personal con los clientes y la relación con ellos en este trabajo.
—Hace un año comentaba que las tendencias en diseño no cambian de un año para otro, ¿en qué momento estamos?
—Las tendencias cambian a largo plazo porque hay que tener en cuenta que detrás del diseño de interiores hay toda un industria de mobiliario, de textiles… En la actualidad seguimos con la introducción de elementos como la madera natural trabajada artesanalmente y se están dejando bastante las lacas, aunque dentro del diseño de interiores depende mucho de la zona y de la región.
—¿No existe una uniformidad en este sentido?
—Como te decía, depende de las ferias a las que vayas o las zonas que visites. En Madrid son más tradicionales, y está muy en boga tapicería, los muebles tipo vintage o un poco el mueble que podíamos llamar de la abuelita; el norte va más hacia la madera maciza; pero si vas a Barcelona o Italia, que siguen siendo los campeones, estás viendo una línea mas contemporánea. Hay que tener en cuenta que el mundo del interiorismo va ligado a la arquitectura y nos tenemos que centrar a los tipos de construcción de cada zona.
«Un proyecto es una labor de tiempo que permite una relación muy intensa con el cliente»
—En Ibiza lógicamente prima el blanco y la madera…
—Sí, la madera natural y el blanco es lo que más predomina. Por fin se está dejando la historia que había de mueble oriental de Bali, India y demás. La gente creía que este tipo de mueble era la panacea, pues no, no tenemos absolutamente nada que ver. A nosotros nos va un diseño más mediterráneo, más limpio, sin tanto buda ni tanta historia. La gente compraba este tipo de muebles porque eran muy bonitos pero luego sabía dónde ponerlos y estorbaban. Aunque son tendencias y gustos que hay que respetar.
—Entonces, ¿usted apuesta por la funcionalidad?
— Claro, una casa que no sea funcional no es una casa, es un decorado, entendiendo decorado desde el punto de vista teatral. La primera función de una casa es ir destinada a las personas que las tienen que habitar y a partir de ahí ya hablamos de diseño.
—¿Cuál es la mayor satisfacción de su trabajo?
—Mis clientes. Con ellos se crea una correspondencia, una relación muy personal en la que acabas prácticamente siendo amigos. Se trata de hacer un traje a medida, conocer a la persona, sus necesidades..
—Pero no todos los clientes son iguales
—No, claro, pero en nuestro caso con la mayoría se establece una relación muy fluida. Nosotros no pisamos ese terreno frío de hola que tal déjate la pasta y adiós muy buenas. Un proyecto es una labor de tiempo, no se hace en dos días, puedes estar durante seis meses, un año o dos y eso permite una relación muy interesante.
—¿En qué nivel estamos en Ibiza?
—El nivel de los diseñadores es alto, en cuanto al nivel de arquitectura no está mal, pero tampoco podemos lanzar las campanas de vuelo. Estamos en Ibiza y hay que luchar para que cada sitio tenga su personalidad y su carisma. Aquí hay que hacer arquitectura mediterránea y construir en relación al clima y al tipo de espacio que tenemos. Hay cosas que veo que me entristecen que no son adecuadas para Ibiza y no quiero que esto acabe siendo un Montecarlo un Málaga o un Riviera Maya. La arquitectura y el diseño de Eivissa no pueden perder su idiosincrasia y su autenticidad.