La educación canina comienza desde que el cachorro cumple entre seis y doce semanas. «Es esencial que el perro se acostumbre a los ruidos de la ciudad desde ese primer momento: el paso de un autobús, la sirena de una ambulancia, el claxon de un coche…», apunta Reyes Casado, educadora canina.
El cachorro debe socializar también con otros perros, siempre teniendo cuidado porque al ser tan pequeños todavía no están vacunados. «Pero se les puede llevar en brazos». La idea de que el perro no debe salir de casa porque no está vacunado no es correcta, ya que es importante que se acostumbre al entorno antes de los cuatro meses, «fase en la que empiezan a desarrollar el miedo», explica el veterinario Fernando Ribas.
Una vez puestas las vacunas, a partir de los tres o cuatro meses, es interesante acudir a clases de cachorros, donde empiezas a integrar al perro con otros perros, comienza el contacto directo, la interacción… «En este momento se pueden sentar las bases del adiestramiento, pero sin presión», agrega Reyes Casado.
A los siete u ocho meses comienza la fase de adiestramiento, que se realiza en grupo o en clases particulares. «La educación del perro se basa en la paciencia, la constancia y el conocimiento», expresa Toni Prats, educador canino, quien plantea toda su actividad desde el respeto hacia el perro. «Sin estos factores es imposible lograr buenos resultados».
Mientras hace décadas la obediencia se basaba en la presión, hoy el premio es la guía para el adiestramiento
El juego es un elemento fundamental para establecer unas buenas pautas de comportamiento, ya que establece un vínculo entre el perro y el dueño. «Así creas la semilla de la educación», añade Prats, quien recuerda la evolución de la educación canina en los últimos 20 años. «En los inicios la educación se basaba en la presión, de la que el perro se liberaba obedeciendo. «Por ejemplo, se le decía sit al tiempo que le estiraban del collar; cuando se sentaba, se dejaban de ejercer esa presión. Hoy todo es a base de guía del perro con el premio».
José Aranda, que educó a su primer perro con 12 años (ahora tiene 72), asegura que el adiestramiento tiene que ser «con cariño, premio y juegos de engaño». El propietario de Can Dog, que calcula haber adiestrado a más de 10.000 perros en su vida, afirma que hay que enseñar al perro a obedecer, y darle las pautas de lo que está mal hecho con un tono de voz firme, pero no elevado. Es importante tener cuidado en situaciones que pueden ser determinantes en el futuro: «Si enseñas al perro a venir cuando lo llamas, pero hace una trastada, lo llamas, viene y le regañas, la próxima vez hará la trastada y no vendrá».
Aranda ha tratado casos de perros con graves problemas de comportamiento. Una vez un hombre acudió a él desesperado en busca de ayuda porque su perro mataba gallinas. «Empecé acercando al perro poco a poco a la zona de las gallinas, y se las quería comer. Lo instalé a su lado para que se fuera acostumbrando, seguimos diversas fases de aproximación y acabó durmiendo con ellas sin que pasara absolutamente nada», recuerda.
La socialización de los perros «nunca acaba», según Reyes Casado. Es importante que el animal esté en contacto con personas y otros perros para que no vea en ellos una amenaza. Con ello se pueden evitar casos de abandono.