Pronto llega carnaval, y tanto los centros educativos como las calles y hogares de las Pitiüses se llenarán durante varios días de un sinfín de personajes de fantasía, un pasaporte perfecto para la imaginación que beneficia especialmente a los más pequeños.
Prácticamente a todos los niños les gusta disfrazarse. Improvisar una capa (sea de superheroína o de princesa) con una sábana vieja sacada del fondo de algún cajón, ponerse una máscara de un personaje que aparece en los dibujos de la tele, recuperar el traje de astronauta heredado del primo mayor o estrenar ese divertido disfraz de cowboy suelen ser sinónimo de risas y aventuras para cualquier niño.
Realmente, todo el año entran y salen de los armarios disfraces que se convierten en juguetes, y eso es muy positivo, pero el carnaval es, casi siempre, la ocasión perfecta para renovarlos.
¿Cuáles son los beneficios de disfrazarse? Los profesionales aseguran que los trajes y complementos que los niños visten para emular a algún personaje son muy importantes para su desarrollo. Jugar a ser alguien que no son mejora su empatía, ya que los pequeños aprenden a mirar el mundo desde un punto de vista diferente al suyo para meterse en el papel. Por ejemplo, los críos se visten de médicos y juegan a curar a sus pacientes; si el disfraz es de mago, intentarán hacer algún truco a sus amigos… adquiriendo así nuevas habilidades y, en muchas ocasiones, imitando los patrones del mundo que los rodea.
Los disfraces pueden ser también un elemento liberador, el pretexto perfecto para dar salida a sus emociones, y por supuesto son una forma ideal de potenciar su imaginación y creatividad. Si la niña se disfraza de hada, construirá en su mente un mundo de fantasía en el que hará aparecer y desaparecer los objetos con su varita o imaginará que puede volar sobre bosques de fantasía.
Pero no es necesario un disfraz completo para potenciar esa creatividad, ya que con un simple complemento, los pequeños ya pueden encender sus mentes para imaginarse corriendo aventuras en lugares que solo existen para ellos.
Por supuesto, la creación de disfraces propios, especialmente si se hace de forma conjunta entre padres e hijos, es una opción excelente para mejorar los lazos familiares. Además de las ideas que puedan surgir espontáneamente en los hogares, los centros educativos de las Pitiüses proponen temáticas para salir en la rúa de carnaval y organizan talleres en los que la interacción entre padres e hijos es fundamental. Unir ideas, trabajar en equipo y poner en marcha la imaginación es muy positivo y fomenta el compañerismo desde la escuela.