¿Qué tendrá este corcel alado que suscita tantas pasiones a su paso? Color blanco, rosa, plateado o azul cielo; con las crines tintadas de cálidos arcoíris, cuerpo de caballo y un inconfundible cuerno en medio de la frente, este ser mitológico ha decidido adueñarse de todo a su paso e , increíblemente, lo está consiguiendo.
Con una dulce sonrisa y una cálida mirada, los colores de este infantil animal adornan libretas, libros, mochilas y carcasas de móviles, llenándolo todo de tonos pasteles y, por qué no decirlo, grandes dosis de cursilería ‘romanticona’. Ellos lo saben y se aprovechan. Por eso no es de extrañar verlos, de todos los tamaños, formas y colores, disfrutando de un refrescante baño en la gran mayoría de las playas, calas o piscinas de la isla, mientras los hipnotizados humanos se suben a sus espaldas para realizar un centenar de simpáticas fotografías y mostrar, en red social que se precie, las maravillas y comodidades que ofrece este distinguido ser.
En forma de flotador individual, de inmensa barca hinchable o de manguitos para los más pequeños, los unicornios son la estrella indiscutible de las zonas acuáticas recreativas de este verano. Tablas de surf, cubos de playa, toallas, sombrillas, camisetas, bañadores, bolsos, gorras e incluso chanclas, a estas alturas es muy difícil disfrutar de un relajante día de playa sin encontrarse a alguno de los miembros de esta familia de cuadrúpedos de alas blancas.
Lo que el año pasado sucediera con los míticos flamencos, pájaros rosados de largas patas característicos de la isla, este año continúa sucediendo con otro animal y otro color, además de un tinte mágico y místico, los unicornios. Se trata de una criatura mitológica que hasta ahora había pasado desapercibida pero que, visto lo visto, todo apunta a que su silencio se debía a un elaborado y premeditado plan para conquistar nuestro mundo de una forma apabullante esta temporada.
A precio de oro
Empresarios y tenderos, extasiados ante la creciente popularidad del ‘cornudo’ caballo, esperaban en la retaguardia para hacer lo que mejor saben hacer, especular con el precio del nuevo fenómeno mediático.
El unicornio, convertido ahora en celebrity, ha pasado de ser un simpático dibujo que adornaba todos y cada uno de los complementos de playa del verano, a ser un objeto elitista de difícil acceso, que tan sólo los bolsillos más boyantes pueden adquirir. Su precio se ha disparado desde que comenzara a encandilar con su dulce apariencia a la gran mayoría de los niños, y no tan niños, del mundo.
‘Mami o papi, cómprame un unicornio’, se ha convertido en una de las frases más temidas por las familias de veraneantes este año. El problema radica en que, a estas alturas de verano, los unicornios campan a sus anchas por los bares, las playas y las calles de islas, pueblos y ciudades. Si no están en la playa, no se preocupen, también hay unicornios de jardín, de montaña o incluso en globo. Existen dulces helados de unicornio con deliciosos y golosos sabores color pastel, galletas ‘unicornianas’, pasteles con cuernos o tazas animadas. Platos, vasos y cubiertos. Se mire donde se mire, no hay rincón que no haya acaparado este ya reiterativo animal de cuento.
Todos los públicos
Pero aún hay más, el sector textil también ha decidido sumarse al carro de esta locura colectiva, también llamada moda. Pijamas, camisetas, faldas, pantalones y jerseys de niñas, de adultas que parecen niñas, de adolescentes infantiles, y por supuesto, accesorios por doquier para el colectivo LGTB que, eclipsado por su bandera, no pierde la ocasión para ser un feroz consumidor de este carísimo ‘dibujo infantil’. Botes de cosméticos con forma de unicornio para cremas, pintalabios o pintauñas. Coloridas sales de baño unicorn, maquillajes de tonos similares a los del animal y, por supuesto, los aclamados y adorables peluches de pelo suave y blandito.
La fiebre del unicornio avanza a pasos agigantados devorando todo a su paso y convirtiéndose en una máquina imparable de hacer dinero. Poco queda ya de ese simpático animal alado creador de sonrisas y buen rollo. Por el contrario, parece que ya nadie se escapa de las garras del carísimo y ‘cansino’ bicho.
Y alguien se pregunta:
¿Estará de acuerdo el unicornio?