El barrio de la Marina era el centro neurálgico y comercial de Ibiza, asà que no es de extrañar que buena parte de los negocios coetáneos a la fundación de Diario de Ibiza que todavÃa siguen en funcionamiento se ubiquen en este histórico barrio. Allà acabó instalada la que fue la primera imprenta de la isla, la que puso en marcha Antoni Manuel GarcÃa en 1848 en Dalt Vila y que, tras diversos cambios de propietario, fue adquirida por Josep Verdera Ramon en 1871 para dar paso a una empresa que acabó abarcando los productos más variopintos.
La imprenta dio paso a la célebre LibrerÃa Verdera, en la calle Guillem de MontgrÃ, donde se convirtió en un foco de difusión comercial al que acabarÃan acudiendo representantes de «Mobylettes, carritos de bebés o máquinas de escribir, porque también se daban clases de mecanografÃa en el piso de arriba», recuerda Julià Verdera, el bisnieto del fundador y actual propietario. «Si alguien tenÃa interés en introducir algún producto en Ibiza, venÃa a nosotros y vendÃamos de todo». Además, la librerÃa se convirtió en la distribuidora en exclusiva de La Vanguardia en Ibiza, ya que su editor, el Conde de Godó, venÃa de vacaciones con su yate y se convirtió en cliente y amigo de la casa.
Una fonda para los payeses
Can Verdera es una de las últimas librerÃas que sobreviven en Vila, en una calle donde también destaca una fonda creada un año antes, en 1870, el Bar San Juan. El primer propietario, Joan Torres, de Cas Andreus de Sant Joan, levantó el edificio de tres plantas que se mantiene en la actualidad. «Las habitaciones se alquilaban para los payeses que bajaban al mercado y pasaban la noche», apunta el actual responsable, Carlos Marà Bueno.
El barrio de la Marina reúne a tres de los negocios más antiguos de Ibiza
Carlos es la tercera generación de su familia al frente del San Juan, después de que sus abuelos, de Sant Llorenç, lo adquirieran en 1948 a los hermanos Guasch, quienes, a su vez, «lo habÃan comprado a Pep Tanca». Los abuelos de Marà Bueno dejaron el bar que regentaban en Santa Eulà ria, en régimen de alquiler, para establecerse en Vila y sacar adelante una de las casas de comidas más populares y auténticas de la isla, que mantiene buena parte del mobiliario original del siglo XIX.
Pero todavÃa se conserva un establecimiento más antiguo en el barrio de La Marina, a escasos metros del Bar San Juan y de la LibrerÃa Verdera y en una calle perpendicular, la de sa Creu. Se trata de Can Vinyes, la primera planta de un edificio de 200 años que albergaba un almacén de productos agrÃcolas que pasó de la distribución de algarrobas a ser tienda de ultramarinos.
Negocio familiar reconvertido
Con el auge del turismo, el colmado se reconvirtió en cistelleria de la mano de Vicenta Vinyes, quien se centró en los senallons y sombreros que, como toda buena botiga ibicenca, siempre habÃa tenido a disposición de sus clientes. Can Vinyes se mantiene como negocio familiar con uno de los hijos de Vicenta, Ignacio Landáburu Riera, quien todavÃa conserva «las balanzas que se usaron en la tienda hasta los años 60», cuando él era un niño que sisaba algunas onzas del chocolate a granel que guardaba su abuela tras el mostrador.
Otro negocio que empezó como almacén de productos del campo, a mediados del siglo XIX, fue Can Bernat Vinya, el establecimiento más antiguo de Sant Josep y donde también parece que se ha detenido el tiempo. El bar sigue siendo propiedad de la misma familia, pero durante más de 40 años ha tenido como encargado a Pep Rafal, un josepà que entró allà a trabajar desde niño. El pasado mes de diciembre, Pep Rafal se retiró y una de las camareras, Antonia Madrid, asumió la gestión del negocio, repitiendo la historia de su predecesor al pasar de trabajador a jefe.
Bares icónicos
«Voy a mantener el bar tal y como está, porque este es el gran encanto que tiene, con estos muebles de toda la vida y las neveras antiguas con puertas de madera», destaca Madrid, que asume ilusionada el reto después de cuatro años a las órdenes de Rafal.
Al igual que Can Bernat Vinya, Ca n’Anneta se encuentra frente a la iglesia del pueblo y, en su caso, también se ha convertido en una imagen indisoluble de Sant Carles desde 1876. Aunque pocos saben que su nombre original era Can Pep Benet, tal y como conocÃan a su fundador, Josep Noguera Rosselló. Como en todas las tiendas ibicencas de antaño, allà se vendÃa y distribuÃa cualquier elemento necesario para los quehaceres diarios, se servÃan copas y se vendÃan los pocos alimentos que no producÃan los payeses en sus cultivos de autosubsistencia. Los buzones repartidos en sus salas todavÃa recuerdan que también ha servio de oficina de correos.
En los años 40, Can Pep Benet pasó a manos de Ana Marà y el establecimiento pasó a conocerse por el nombre de su nueva responsable con el boom hippy de finales de los 60: Bar Anita o Ca n’Anneta. La familia de Ana Marà sigue siendo la propietaria, aunque el negocio lo explota un veterano camarero, Vicent MarÃ. Las hierbas artesanales de Ca n’Anneta a se mantienen como el emblema de la casa.
marà mayans, ca n’anneta y can vidal elaboran hierbas ibicencas tradicionales
Otras hierbas icónicas son las de Can Vidal, en Sant Joan de Labritja, donde atiende Vicent Torres Colomar, la quinta generación en el negocio familiar, cuyos antepasados compraron los terrenos en 1847.
En el pequeño establecimiento, Vidal, como le conoce todo el pueblo, conserva escrituras como la de 1881, en la que figura que la propiedad estaba a nombre de Vicente Torres Guasch, hijo del fundador y que murió de tisis en 1889. Su sucesor, Juan Torres Roig, murió sin descendencia en 1928 y lo heredó su sobrino, Vicente Torres Torres, abuelo del actual propietario.
De huerto a plaza
Un año antes, en 1927, Can Vidal recibÃa la licencia de estanco, la actividad que mantiene en la actualidad y que durante largos años combinó con la de librerÃa y fonda. La plaza pública donde se encuentra el negocio familiar se conocÃa como es tancó d’en Vidal hasta 1923, cuando fue expropiada para crear una plaza para el mercado del pueblo, un papel que ahora vuelve a desempeñar los domingos con el mercadillo artesanal.
Si se habla de hierbas, no pueden faltar las de Marà Mayans, otro de las negocios más antiguas de Ibiza, aunque fue fundada en 1880 en es Caló, en Formentera. En la pitiusa menor, Juan Marà Mayans era conocido por su dominio de las propiedades de las hierbas, con las que preparaba remedios para el dolor de espalda, de cabeza o los problemas de digestión.
«Como algunos preparaciones no eran agradables de sabor, pensó en mezclarlos en alcohol para hacerlos más llevaderos», recuerda Bartolo MarÃ-Mayans, la quinta generación de la familia y responsable de la empresa junto a su hermano Carlos.
Juan Marà Mayans estudió la elaboración de licores en Barcelona y, a su vuelta a Formentera, empezó a preparar ocho litros diarios de frÃgola. Pero el negocio comenzó a crecer y se desplazó a Ibiza para agilizar los trámites legales y de impuestos. Sus descendientes conservan sus libros con fórmulas manuscritas, «algunas con espinacas o pimienta». «Probaba hasta que dio con la tecla y elaboró una buena combinación de sabores y remedios medicinales, una fórmula que no dista mucho de la de hoy en dÃa».
«Para nosotros es un orgullo que se nos vincule tanto con Ibiza, asà que nos gustarÃa crear un museo con todos los libros manuscritos y donde se explique todo el proceso de la elaboración del licor desde la recolección de las hierbas en el campo», destaca Bartolo MarÃ-Mayans.