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Nueve periodistas implicados con la información de Formentera

Desde Pedro Martín Matilla a Pilar Martínez, muchos han sido los periodistas que han cubierto la actualidad

Pedro Martín

125 años de Diario de Ibiza

Fui corresponsal de Diario de Ibiza entre 1981 y 1983, posteriormente en los noventa y durante esta última década realice algunas colaboraciones.

Después de entrevistas, innumerables crónicas: negras, rosas, políticas, sociales, artísticas y deportivas, echo la vista atrás y miro por el retrovisor todo lo que pude conocer gracias a Diario de Ibiza y siempre vuelve a la memoria la misma persona. Gracias a Xumeu Ferrer Marí (1945-2005), alcalde y diputado del PSOE, conocí y a entrevisté a su padre, Joan Ferrer (de sa Punta).

Su paso de la infancia a la adolescencia me impresionó. Su relato del tiempo con la familia Blaiet, de los que guardaba buenos recuerdos, y su forma de ser y estar en la vida, a la manera aristotélica, hicieron que Joan Ferrer viviera en un estado de beatitud plena. Cumplidos los 25 años, terminada la Guerra Civil, fue condenado a muerte; su delito, ser trabajador temporero de Salinera Española y distinguirse en la huelga por las mejoras laborales. En esa entrevista, celebrada en su taller de carpintería de es Pujols en 1982, estábamos rodeados de un tenue olor de virutas de sabina, pino y ginebró, con las gubias, formones, leznas, punzones, barrenas, escoplos, cepillos, sierras y serruchos. En 1982, aunque ya hacía siete años que el dictador Franco había muerto, aún quedaban activos los guardianes de la moral; el redactor jefe de Diario de Ibiza me dijo «no es conveniente publicar esta entrevista», así que quedó en un cajón de la redacción. Joan de sa Punta dejó escrito aquel tiempo de ignominia en sus glosas ‘Records negres’ y en otros textos biográficos aún sin publicar.

José Eduardo Iglesias

Diario de Formentera

Eivissa no puede entenderse sin Formentera. Y viceversa. Por eso, cada mañana, en aquellos años ochenta e inicios de los noventa del siglo pasado en los que dirigí Diario de Ibiza, la previsión diaria de contenidos la hacíamos con un ojo hacia el sur, al otro lado de es Freus. Allí, en la isla silente a pesar del bullicio estival, pasaban cosas, muchas cosas.

En Can Calafat, en la Savina, testigo de la historia formenterense de fin de siglo, se cocinaban ricas paellas y también el futuro incierto de la isla. Incluso de la propia Eivissa. Fueron años en que el desarrollismo había puesto su foco sobre Formentera y los planos urbanizadores corrían por despachos ignotos y manos conocidas. S’Estany des Peix, Punta Pedrera, Can Marroig.

En Diario de Ibiza esperábamos que la Formentera levantisca defendiera su marcada personalidad. Así fue. Un 25 por ciento de su población, mil personas de cinco mil, se rebeló contra la amenaza urbanística de aquel momento. Diario de Ibiza siempre tuvo un titular para Formentera. Y más.

Me veo, con Carlos Tur, subiendo a la ‘Joven Dolores’ con la unidad móvil de Radio Diario para cubrir en directo las fiestas de Sant Francesc. Una odisea de conexiones domésticas…, que funcionaban y los oyentes agradecían.

Luego ideamos el Diario de Formentera, que sacábamos lo viernes con Diario de Ibiza. Quisimos independizarlo del ejemplar de Eivissa, pero no funcionó: en los quioscos de Formentera se seguía buscando Es Diari. Porque, como decía antes, Formentera no puede entenderse sin Eivissa. Y viceversa.

Joan Marí

El meu debut

L’estiu del 1984, quan tot just havia acabat el primer curs de la carrera de Ciències de la Informació a la Universitat Autònoma de Barcelona, vaig tenir ocasió de fer d’estudiant en pràctiques –aleshores, se’n deia ‘becari’– del Diario de Ibiza. Vaig viure l’emoció de veure publicats els meus primers articles a l’edició setmanal de Diario de Formentera, un suplement de periodicitat setmanal que el diari havia posat en marxa aquell mateix any. Era l’època en què les capçaleres eivissenques i mallorquines començaven a incorporar de manera periòdica informació de Formentera i a establir-hi corresponsalies més o menys estables.

Conservo una de les primeres notícies que vaig firmar i que duia per títol: ‘Proyecto experimental para la creación de cultivos marinos’, amb l’avantítol: ‘La Cofradía de Pescadores acepta la idea del programa Acuibal’. En l’article, hi recollia les declaracions del ja desaparegut Xicu Jeroni, que era el delegat de la Confraria, i signava l’article com a Joan Antoni Marí.

Tot i que l’estada estiuenca va ser curta i tot i no haver tornat a cobrir mai més la informació formenterenca per al Diario de Ibiza, tenc un record especial d’aquella tendra experiència: per primera vegada en la meva vida em vaig sentir periodista. I encara més, fent una beca d’estiu de ‘corresponsal’ a Formentera, on es donava la circunstància que era el era el primer estudiant de periodisme originari de l’illa. ‘Es Diari’ va ser, per tant, el meu bateig periodístic. Vaig fer-hi els primers passos en un ofici que puc dir, des d’aquesta perspectiva de més de trenta anys, que m’ha permès guanyar-me la vida anhelant la formació crítica de l’opinió pública.

Pep Martínez

Mi primer trabajo de periodista

En el año 2000 acabé mis estudios de Periodismo. Durante los cuatro años de facultad mi interés por los medios audiovisuales fue despertando y el texto escrito quedó en segundo plano. No es que la prensa escrita no me interesara en ese momento, simplemente no me motivaba lo suficiente. La fotografía y la captación de imágenes en movimiento ya conseguían mayores cuotas de interés para mí y sabía que, tarde o temprano, me acabaría dedicando a ello. Pero mi trabajo en los medios no llegó de repente. Una vez concluida la facultad y de regreso a la isla, mi primer trabajo profesional fue en Diario de Ibiza y sí, efectivamente, fue en prensa escrita. Solo duró un mes y mi misión, en agosto del 2000, fue la de suplir al profesional y amigo Carmelo Convalia.

Mi paso por Diario de Ibiza lo recuerdo por los días de trabajo intenso, un trabajo de día que combinaba con el de camarero por las noches. Fueron jornadas largas, casi extenuantes, pero merecieron la pena. Aprendí mucho y gracias a Diario de Ibiza tuve la oportunidad de publicar mis primeras noticias. Casi 18 años después, conservo las hojas de periódico, ya amarillas por el paso del tiempo.

El tiempo ha pasado y la prensa escrita sigue sin interesarme demasiado. Diario de Ibiza no consiguió despertar mi interés por el texto escrito pero no es culpa suya.

Todos los profesionales me trataron muy bien y ahora, visto con un poco de perspectiva, creo que tuvieron bastante paciencia conmigo. Enhorabuena y gracias a todos.

Xavier Oller Joan

«Es puto català»

Tengo 3.000 negativos de fotos de Formentera tiradas entre 1983 y 1986. Algún día las ordenaré y clasificaré. Escogeré una veintena, las ampliaré y con todo este material ‘histórico’ regresaré a la isla. Cederé las imágenes al Consell Insular y procuraré que me monten una exposición y exigiré que una calle del municipio lleve mi nombre. Es broma.

Con el permiso del amigo y colega Llorenç Vidal, que en paz descanse, fui el primer periodista en Formentera. ‘Mi’ Diario de Formentera, encartado semanalmente en el Diario de Ibiza, es la primera publicación periódica de la isla. Vendíamos 400 ejemplares.

La irrupción de un jovencito catalán corresponsal del Diario de Ibiza y de su emisora de radio alertó a los tradicionales clanes formenterenses, que de inmediato me tuvieron por amigo ‘ja ens ajudaràs’ o enemigo ‘a què has vingut?’. Decepcioné a todos, no tenía precio ni ambición, sólo quería oficio y vivir.

Aprendí mucho, trabajé lo justo y amé Formentera. Diario a diario la isla y sus gentes me acogieron. Fui, me sentí uno de ellos. Me dieron apodo: «Es puto català», que siempre he sentido tan propio como la isla.

Hoy, periodista viejo, recuerdo con cariño la experiencia y, como siempre, lamento no haber trabajado más tiempo en esta isla tan querida.
Formentera es un mundo, pequeño pero entero.

Josep Rubio

Escuela de periodismo

Con maneras educadas hasta la exageración, entregué mi currículo en la redacción de Formentera de Diario de Ibiza y tras intercambiar cuatro palabras que pretendían fingir aplomo, me fui aliviado porque, al menos, lo había intentado.

Era el verano de 2005 pero no fue hasta 2007 cuando empecé a colaborar primero en la sección de Deportes del Diario y luego en todo lo referente a Formentera, siempre que Carmelo Convalia no estuviese. Hasta el punto en que es muy posible que esperase sus vacaciones en Madrid o París más que él mismo.

Las ausencias de C. C. me permitieron trabajar en la cabecera que casi siempre ha estado ahí, desde hace 125 años. Por eso no es de extrañar, aunque a los periodistas de otros medios nos pueda hacer rabiar, que de forma inconsciente la gente a veces no esté segura de que algo haya sucedido en Eivissa y Formentera hasta que lo lee en Es Diari.

Pero sobre todo aprendí a conocer la sociedad local y a compartir muchos de sus anhelos e inquietudes. También he podido conocer distintas sensibilidades desde los más humildes hasta los que están en los círuclos de poder.

Y cuando ha estado, C. C. se ha convertido en el narrador que encontrarán una y otra vez los historiadores del futuro, un periodista preocupado más por generar interés que por llamar la atención y del que hemos aprendido el oficio una hornada de profesionales al sur de es Freus.

Joan Cerdà Subirachs

Una página diaria

Una página al día y un suplemento semanal de ocho páginas». Este fue el encargo que recibió el aspirante a periodista en la redacción de Diario de Ibiza, en Vía Púnica. El objetivo inmediato del redactor-jefe, Carlos Tur, era que no decayese la presencia en Formentera tras la marcha de Xavi Oller.

Los siguientes meses fueron frenéticos y personal y profesionalmente muy gratificantes; grandes complicidades, muchas amistades y alguna inquina quedaron forjadas para siempre.

En lo estrictamente periodístico estábamos, sin ser conscientes de ello, en el principio del fin de una época, en la que el soporte papel era aún el referente global y Es Diari era algo más de un diario. Tiempos de un periodismo con alguna dosis de descaro y atrevimiento chocante en una comunidad en la que las aguas informativas nunca habían sido bravas.

El Bahía, por su patrón y el juego que repartía; el Centro por su estratégica ubicación y el Tipik, amigo, para relajarse sin dejar de estar ojo avizor formaban un triángulo cuasi mágico para el aspirante a periodista. Y siempre con el punto de mira puesto en la caseta del puerto en la que Llorenç Vidal informaba a los turistas y por la que se dejaba caer cualquiera que pensase que tenía una ‘moto’ que vender.

Lo de «Una página al día y un suplemento semanal de 8 páginas» fue, por imposible, efímero.

Pilar Martínez

Como una kamikaze

Puede que sea gracias a mi maravillosa mala memoria. O quizá sea verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor, como reza ese refrán que tanto me repelía cuando era joven y optimista.

El caso es que poco reconozco hoy de la seductora Formentera que me encontré hace dos o tres mil años, aquel primer mes de agosto cuando llegué para sustituir a Carmelo Convalia durante sus vacaciones.

Irrumpí en la isla en modo kamikaze, con el ansia propia de la novedad: todo era desconocido pero todo era posible, incluso disfrutar casi en solitario de una puesta de sol en es Cap.

En aquellos tiempos, informar era más fácil y gratificante, o así me lo parecía. La accesibilidad de los responsables políticos me sorprendía tanto como ahora me sorprende su inaccesibilidad. Si necesitabas hacer alguna pregunta, confirmar un suceso o entrevistar a un cargo público, te acercabas al Ayuntamiento, o al bar del Centro, y encontrabas las respuestas. No tenías que pedir audiencia, especificando la naturaleza de tus pesquisas, y esperar, esperar y esperar para acabar recibiendo, con suerte, una aséptica nota de prensa.

Lo que no ha cambiado durante estos años es el impecable trato recibido por parte del resto de periodistas de la isla cada vez que los insensatos de Diario de Ibiza reinciden en su confusión y vuelven a confiarme, durante unos días, la información de esta isla bipolar.

Carmen Bermúdez

Formentera o el paraíso

Me piden una crónica de un mundo desaparecido. Unas palabras sobre mi paso por Formentera como corresponsal de Es Diari. Me resulta imposible resumir la procesión de imágenes, sentimientos y emociones que acuden a mi cabeza, pero daré las claves que marcaron aquella experiencia: camping de es Ca Marí y acampada ilegal en s’Espalmador de la familia del entonces presidente del Consell pitiuso, Antoni Marí Calbet. Eran tiempos de cambio y me tocó cubrir la batalla que se libró contra el camping; un proyecto que sacó a la calle a casi toda la población. Fue emocionante ver a la gente defender no sólo la protección de su isla sino un modelo de turismo que se alejara del que se empezaba a implantar en la isla vecina. Otra cosa es el presente.

A la acampada veraniega e ilegal de la familia de Marí Calbet en s’Espalmador nos acercamos en un barco de Majoral. La idea de retratar el momento fue de un concejal socialista, Miquel Tur. Yo solo hice la foto y una pregunta: ¿Sabe que está prohibido acampar aquí?. A lo que el imponente Antoni respondió «fa més de 30 anys que ho feim»… Ya, president, pero es que ahora es ilegal. La foto era la noticia, la crónica estaba hecha. El atrevimiento me costó que el president me llamara murciana en más de una ocasión. Por entonces Matutes era ya el rey que todo lo controlaba y los ayuntamientos de Eivissa y el Consell eran los cortijos del PP. Formentera, sin embargo, se reivindicaba como un paraíso al que sus habitantes no pensaban renunciar sin dar guerra.

Redacción
Redacciónhttps://www.diariodeibiza.es
Redactor de diario de Ibiza