Ibiza está cambiando. Grandes empresas del mundo del ocio y los servicios se trasladan este año por primera vez a la isla y muchas otras que durante años han estado aquí, cambian de manos o se renuevan.
Estamos viviendo un momento histórico. Un antes y un después. Es la era de las nuevas tecnologías, del control de datos, de las estadísticas y del «todos sabemos lo que todos hacemos».
Revisando algunos papeles hoy encontré por casualidad una serie de fascículos que en su día, Diario de Ibiza distribuyó los fines de semana para sus lectores. Se trataba de resúmenes anuales de noticias publicadas en este mismo medio desde el año 1900.
«Entonces les preocupaba que hubieran dejado atracar un barco en el puerto de Ibiza
en jueves»
Ha cambiado tanto el mundo y las preocupaciones desde entonces que no podía parar de leer e intentar imaginarme aquella época en la que era noticia contar que un burro había mordido a una niña o anunciar la leche fresca que ofrecía una nodriza, mujer que amamantaba a niños ajenos. Entonces les preocupaba que hubieran dejado atracar un barco en jueves, porque era el día en que las chicas del servicio libraban y se montaban grandes alborotos en el puerto y reyertas entre marineros ansiosos por recibir un poco de cariño.
Era entonces impensable que se pudiera cambiar el sistema horario de doce a veinticuatro horas pues se pensaba que con el cambio habría que jubilar todos los relojes existentes, ya que tendrían que ser a partir de entonces relojes con veinticuatro números y de la misma manera, repicar las campanas incesablemente veinticuatro veces a las doce de la noche.
Cambios y problemas que en los artículos de opinión vaticinaban impensables y abocados al fracaso y que sin embargo hoy son comunes e inimaginables de otra forma.
Me ha gustado mucho volver al pasado y encontrarme con esa Ibiza en la que llegar a los 6.500 habitantes en Vila era noticia. Una isla aún por descubrir cuyos grandes problemas reflejados en el boletín local hoy resultan nimios.
Es esperanzante verlo así pues cierto es que ante tanto cambio es inevitable no temer a la incertidumbre. Pero si pudimos una vez, podremos siempre.
Jimena L. Ansótegui
DIRECTORA COMERCIAL