Ir al gimnasio, conseguir dos tallas menos, aprender un idioma, poner en marcha un proyecto, ver a los amigos todas las semanas, llamar a los abuelos más a menudo… Parece que el 1 de enero convierte a las personas en su peor versión que necesita un cambio radical que tiene que empezar ya. Es momento de coger una hoja en blanco, un bolígrafo y empezar esa lista interminable para convertirse en la mejor versión. A las ya populares acciones como ir al gimnasio, llamar más a los familiares o leer mucho, se novedades como iniciarse al yoga, dejar de consumir carne o emprender un negocio. Los estudios afirman que solo una de cada diez personas es capaz de cumplir sus propósitos y eso no es ni más ni menos que por la falta de visión a la hora de fijar las metas.
Un año tiene 365 días, en los cuales no se trabaja durante 146 días, ya que hay aproximadamente 30 de vacaciones, 104 que corresponden a sábados y domingos y 12 festivos. En estos 146 días destinados al «tiempo libre» es posible que haya que celebrar varios cumpleaños, aniversarios, viajes, escapadas y visitas en casa. Podrían quedar 100 días libres, pero el frío y la humedad de la isla durante los meses de invierno traen a los inesperados resfriados: 90 días libres. Sin olvidarse del mejor discurso anti obligaciones: «hoy me merezco quedarme en casa y no hacer nada»: 80 días. ¿Hay manera de cumplir algún objetivo en dos meses y medio? Sí, ¡pero 50 propósitos no!
Algunos pensarán que durante la semana también se pueden llevar a cabo todo tipo de propósitos, pero tirarán la toalla al recordar que un día tiene 24 horas de las cuales «ocho» se trabajan, otras «ocho» se duerme, dos horas se destinan a las diferentes comidas del día y las seis restantes vuelan sin saber cómo.
No hay que perder la cabeza con los propósitos de año nuevo y pensar que si el primer lunes del año fue posible dejar de fumar, comer sano, salir a correr, comer equilibradamente, llamar a los familiares, realizar una sesión de yoga, quedar con los amigos y dormir ocho horas; será posible hacerlo el resto del año. Por esta razón, al plantear los propósitos de año nuevo, hay que hacerlo teniendo en cuenta el tiempo y el entorno. El reto de una meta al mes es muy lógica, ya que permite introducir una nueva meta cuando la anterior está completamente interiorizada en la rutina diaria.
Una meta al mes
En enero, lo principal es recuperar esa figura después de una lucha constante en la mesa contra turrones, polvorones y licores. Por ello, sea cual sea la dieta, lo único que habrá que hacer es organizarla durante un mes y así, cuando llegue febrero, se tratará de seguir la rutina durante el mes de enero.
En febrero, ya con algún kilo menos, toca apuntarse a una actividad física. Ya sea salir a correr para llegar en forma a la Media Maratón de Formentera, apuntarse al gimnasio o introducirse al yoga, bastará con añadir una hora cada dos días.
Llega marzo. El cuerpo empieza a lucir una figura más corriente en comparación con el 1 de enero. ¿Qué reto toca ahora? Debe ser uno que no quite tiempo, ya que todavía hay que transformar en rutina la meta de febrero. Puede ser dejar de fumar, dejar de morderse las uñas, escoger una fundación benéfica o reciclar en casa. Se trata de llevar a cabo un pequeño gesto diario y fijar el mes de marzo para introducirlo en la rutina diaria.
El mes de abril es perfecto para introducir alguna meta de carácter cultural: aprender un idioma o un nuevo tipo de cocina, leer un libro, descubrir un nuevo estilo musical, ver películas en versión original, etc. Parecerá algo extraordinario, pero después de un mes, se convertirá en una rutina ideal para desconectar.
Con el verano a la vuelta de la esquina, en mayo hay que acabar de esculpir ese cuerpo que uno lleva ya cuatro meses trabajando. Bastará con un día más de actividad física a la semana para conseguirlo.
Es junio y toca añadir un punto más a cualquier reto empezado. Ya sea apuntarse a una carrera, abrir un blog, sacarse el carnet de conducir o poner en marcha ese proyecto. Si se han cumplido todos los objetivos hasta el momento, la autoestima estará por las nubes y se darán unas condiciones óptimas para llevar a cabo algo que requiere una mayor exigencia.
Balance tras seis meses
Julio es mes de descanso. Tras seis meses de cumplir objetivos es momento de hacer balance y ver lo que se ha conseguido. Es un mes de reflexión y mantenimiento de las metas fijadas. Así que toca respirar y ver lo bien que se está haciendo todo.
Agosto. Llegan las vacaciones y el tiempo libre para leer todavía más y hacer ese viaje tan deseado con amigos.
Es mes de septiembre es la vuelta a la rutina después de unas merecidas vacaciones. Es posible que se haya dejado la dieta un poco olvidada en las últimas semanas, así que es mes para volver a coger las buenas costumbres.
Octubre. ¿Hay algún propósito todavía sin estrenar? Quedan tres meses todavía para que acabe el año así que es un buen momento para empezarlo.
Recta final
La Navidad está a la vuelta de la esquina y con el Black Friday a finales de noviembre, toca hacer una buena lista de todo aquello que habrá que comprar.
Diciembre es el mes del juicio final. ¿Se han cumplido los propósitos de 2019 o de lo contrario se ha cumplido la estadística de que solo 1 de cada diez lo consiguen? Es posible que alguno se haya quedado por el camino, pero está claro que es mucho más fácil ir añadiendo poco a poco cada objetivo a medida que el resto están completamente dentro de la rutina diaria que empezarlos todos en enero y la falta de tiempo y fuerzas hagan abandonarlos al cabo de dos semanas.