Bodas en Asia, coloristas exóticas e imaginativas

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Las bodas forman parte de las costumbres más arraigadas en todos los lugares del mundo y perduran al paso del tiempo, la religión, la política y las costumbres. Celebrar un enlace matrimonial no es una exclusiva occidental pese a que la globalización ha unificado formatos estándares que se copian en otros lugares del mundo donde se imitan los modos occidentales.
Países lejanos como Tailandia, Vietnam, Camboya o Indonesia tienen rituales diferentes dependiendo de la creencia religiosa de la pareja, ya sea esta budista, hinduista, musulmana o cristiana. La religión marca ciertas pautas en  la forma de celebrarlo en los templos pero a la hora del ‘sarao’ matrimonial se unifican los criterios y la fiesta puede durar dos o tres días y en algunos casos una semana según el poder adquisitivo de los contrayentes.
Llama poderosamente la atención ver cuantas parejas contraen matrimonio cada día del año de forma sencilla en un país comunista como Vietnam. En un pequeño lago situado en el centro de Hanoi un turista puede encontrarse con docenas de contrayentes a la misma hora y en Camboya en una visita a los templos de Siem Reap, Patrimonio de la Humanidad, un visitante puede sorprenderse con varias bodas en las increíbles ruinas de estos impresionantes templos que hace siglos eran palacios reales y hoy son lugar de culto para turistas de todo el mundo.


La moda también va por barrios  y por precios. Se pueden alquilar trajes de novia en tiendas especializadas o confeccionarse un traje a medida en pocas horas en sastrerías de lujo o de barrio en Hanoi y Saigón en Vietnam o trajes típicos en Phnom Penh, la capital de Camboya.
El color del traje de la novia difiere mucho del occidental. En Vietnam se impone el rojo y amarillo de la bandera nacional, los bordados y las colas. Los numerosos ríos que atraviesan el país proponen lugares idílicos para el álbum fotográfico en una barca típica llena de velas o en embarcaciones de transportes multicolores. La fiebre por casarse entre la gente joven asiática contrasta con la occidental sobre todo en la edad y el poder adquisitivo según la economía local.

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