La intuición es tan antigua como la humanidad, pero saber utilizarla de una manera creativa a la hora de tomar decisiones es algo poco explorado.
Vanessa Bejarano, doctora en Creatividad Aplicada y licenciada en Bellas Artes, dedicó diez años de su vida a investigar el porqué no se nos enseña a intuir. De este exhaustivo trabajo nació la herramienta Beintuitive que permite «des-aprender rutinas obsoletas y creencias inservibles para crear nuevas estrategias creativas que fomenten una innovación saludable», explica.
«La intuición se basa en saber quiénes somos, qué tenemos y qué ofrecemos»
Esta investigadora añade que su metodología no es una verdad absoluta «es una herramienta diseñada para fomentar la creatividad en equipos de trabajo de cualquier empresa u organización. De ahí nace nace un torbellino de preguntas que nos ayudan a ver dónde está el impedimento».
Desgranar esta herramienta y aprender a utilizarla en un tiempo record de tres horas es el objetivo de ‘Intuición, Creación y Propósito. Conferencia participativa experiencial’ que impartirá el próximo viernes, 3 de noviembre, en el Club Diario Ibiza.
«si no se juega con los problemas se convierten en muros infranqueables»
En realidad no es una conferencia al uso sino «un taller vivencial para ayudar a despertar nuestra capacidad intuitiva mediante el juego creativo. Se trata de buscar y mejorar la claridad en los procesos de creación y toma de decisiones» apunta.
Además avanza que todos los asistentes participarán y que habrá un espacio para la sorpresa. «Ni siquiera yo sé lo que va a ocurrir. Hay que dejar un espacio a la improvisación».
En principio está previsto contar en qué consiste el método, realizar una visualización creativa y terminar con una dinámica de grupo.
La sesión está abierta a quien tenga curiosidad, aunque a Vanessa Bejarano le encantaría que la mayoría fueran profesores «porque necesitamos que las nuevas generaciones tengan herramientas que les ayuden a incorporar la intuición a su manera de afrontar los problemas». Tras su investigación considera que «la intuición funciona como un latido, como un indicador de direcciones que nos abre posibilidades».
Bejarano, que imparte clases en la Universidad Alfonso X de Madrid, manifiesta que «estamos perdiendo la conexión con lo que somos, y para trabajar con la intuición debemos reconocerla».
«Propongo ver el problema desde otra perspectiva y jugar con él para activar la mecánica intuitiva»
Así que su método se basa en tres pilares. Saber quiénes somos, qué tenemos -no sólo material- y qué podemos ofrecer al mundo. Una vez identificadas estas premisas, es más fácil iniciar un proyecto, innovar o emprender, por ejemplo.
También considera que el cuerpo debe estar totalmente conectado con la mente. «Necesitamos mucho entrenamiento mental y corporal, algo que se consigue mediante el juego», dice.
Por ello, para aprender a utilizar la intuición Vanessa utiliza el juego. «Cuando se trabaja en la resolución de problemas se tiende a dar soluciones. Lo que propongo es ver el problema desde otra perspectiva y jugar con él. Así se activa la mecánica intuitiva, las emociones, y la sorpresa», apunta.
Y precisamente jugar es lo que suele hacer, aunque se trate de un grupo de ejecutivos de una gran empresa. «Lo primero que hago es pedirles que se quiten la corbata, porque el nudo, igual que las hebillas impiden la comprensión comunicativa. Luego trabajo con ellos una dinámica frente a frente, enfocada a potenciar la creatividad».
«La intuición funciona como un latido, como un indicador de direcciones que nos abre posibilidades»
Esta profesora universitaria considera que los problemas «son circustancias que si no se juegan con ellos se convierten en muros infranqueables». Esto es lo que está ocurriendo actualmente en la realidad política, «que los dos líderes chocan el uno contra el otro. Cada uno tiene su realidad. No se abrazan y el problema se convierte en algo mucho más grande». añade.
Así que para solucionarlo, Bejarano propone una medida que ella considera un tanto radical. «Les pediría que se reúnan solos, que se quiten la corbata y que bailen un rato mirándose cara a cara, de esta manera se entenderán como humanos. Si no lo consiguen, que pidan ayuda. A veces estamos tan encerrados en nosotros mismos que necesitamos que otros nos echen una mano».