Érase una vez un pequeño dinosaurio que vivía en el bosque con sus papás. Un día mientras jugaba a tirar piedras a los árboles divisó en lo alto de una montaña una gran calabaza de color rosa brillante. «¡La favorita de mi mamá!», gritó emocionado el reptil y sin perder un segundo comenzó a correr rápidamente hacia ella (…). Cada noche, tras mi jornada laboral vuelvo a casa y como suele ser la hora de dormir del peque me toca seguir usando el coco pero esta vez para volar con la imaginación.
Hay días que, debido a mi cansancio, a los cuentos les cuesta más salir. Me siento torpe y lenta a su lado. A veces tengo la tentación de simplemente darme la vuelta y decirle que es la hora de dormir. Pero luego recuerdo que ver en la oscuridad de la habitación cómo deslumbran sus ojos abiertos mientras escucha con atención mis historias de dragones y dinosaurios, no tiene precio. Mis cuentos no tienen un guion pero sí tienen un principio y un fin.
El principio es el mío propio de no olvidarme nunca de que mi hijo no pidió venir a este mundo, fui yo quien lo trajo. Por más cansada, ocupada o estresada que esté, él no tiene que pagar por ello. Y el fin lo es todo. Es pasar un rato con él, activar su imaginación, enseñarle nuevas palabras y valores por el camino. Persuadirle con mis cuentos para que aprenda lo importante que es saber comunicarse y contar historias para que los demás sepan lo que uno siente.
«el fin lo es todo. es pasar un rato con él, activar su imaginación, enseñarle y persuadirle con mis cuentos »
Nuestros hijos son nuestra creación y podemos hacer de ellos una gran obra de arte que todo el mundo desee contemplar, escuchar o tener cerca o por el contrario dejarles ir y convertirles en seres hostiles y marginales. Educar en valores es lo fundamental y la base de todo ser humano.Puede que no tengas mucho tiempo para dedicarle a tus hijos a veces por el trabajo, a veces porque tienes que dedicárselo a otros familiares o a ti mismo. No es la situación ideal, está claro. Sin embargo, siendo consciente y partícipe de en qué están empleando el tiempo que no están con uno se pueden evitar muchos disgustos.
Por otro lado, yo soy de las personas que piensa que no importa tanto el tiempo como la intensidad y la calidad del mismo. Por eso, cuando llego a casa lo primero que hago antes de meter la llave en la puerta es dejar mis problemas fuera y buscar mi mejor sonrisa pues, al fin y al cabo, lo que voy a encontrar al cruzarla es mi gran motivo y mi mejor motivación.