La historia de la imprenta en Ibiza ha ido de la mano de la de Diario de Ibiza. Aunque la primera máquina que llegó a la isla fue la que trajo Antonio Manuel GarcÃa en 1846, con la que se imprimÃan libros y folletos, la primera gran imprenta fue con la que el 1 de agosto 1893 se fijó la tinta sobre el papel del primer número de Diario de Ibiza, que se convertirÃa en el diario matutino de Balears más antiguo en la actualidad. La tecnologÃa de impresión ha cambiado mucho desde entonces hasta ahora, pero la filosofÃa sigue siendo la misma: llevar las noticias más importantes de cada jornada a los lectores. Lo que a finales del siglo XIX se hacÃa a base de colocar las letras en cajas de plomo en una página detrás de otra, en la era digital son los ordenadores los que dirigen el proceso hasta que los diarios van saliendo ya empaquetados de la rotativa del polÃgono de Montecristo. Pero no deja de ser lo mismo: tinta, papel e información.
ese caluroso primero de agosto de 1893 se estrenó en la isla la imperial press de 1857
Ese caluroso primero de agosto de 1893 se estrenó en la isla una prensa tipo Guttemberg Imperial Press de 1857, fabricada por John Sherwin en Londres. El diario habÃa sido fundado por el periodista Francisco Escanellas (el dueño de la imprenta), Bartomeu de Rosselló, Felipe Curtoys, Antonio Pujol y Lucas Costa, que llevaron sus riendas varios años. Aquel periódico era una hoja de 42×31 centÃmetros impresa a doble cara y a tres columnas. Costaba 5 céntimos el número y 1,25 pesetas la suscripción. Aunque la Imperial Press era capaz de tirar 200 ejemplares, rara vez se superaba el centenar, que era la demanda en unos primeros años en los que vieron la luz varias nuevas cabeceras en la isla.
La imprenta estuvo ubicada en varios locales de la Marina, aunque el más recordado por los ibicencos es el de la calle Bisbe Azara, convertido en redacción, taller, tienda del Diario y todo tipo de prensa y material de papelerÃa, además de lugar de tertulias, durante muchos años.
La Imperial Press, una auténtica joya que aún se usa en empresas de artes gráficas de diferentes lugares del mundo para ediciones especiales, imprimió Diario de Ibiza cada noche durante más de 40 años (con algunas interrupciones más o menos largas) hasta que fue sustituida en 1930 por la primera rotativa manual que llegó a la isla, una Marinoni.
Pero siguió en Ibiza. A finales de los 80 la familia Verdera, propietaria del Diario desde 1924 hasta 1991, se la cedió al Ayuntamiento de Ibiza para que se convirtiera en el monumento a los periodistas y estuvo instalada hasta hace solo unos meses en un pedestal en la avenida de Bartomeu de Rosselló, uno de los pioneros del periodismo local. En agosto de 1993, cuando estaba siendo instalada, se rompió la urna de metacrilato que debÃa protegerla y estuvo 25 años a la intemperie hasta que por fin este año ha sido restaurada para volver a la sede del Diario, donde permanecerá de forma provisional hasta final de año.
La Imperial Press fue sustituida por una rotoplana del tipo Marinoni, una máquina intermedia entre las prensas y las rotativas que imprimÃa con un sistema de rodillos movidos por una gran manivela. Todos los trabajadores y colaboradores del periódico tuvieron que ponerse en alguna ocasión manos a la obra, incluido el escritor Enrique Fajarnés Cardona, como él mismo recordó en alguna ocasión.
Impresores y mecánicos
La Marinoni, capaz de imprimir 500 ejemplares a la hora, habÃa llegado tarde a Eivissa. Muchos periódicos del mundo ya la usaban desde finales del siglo XIX y el primero en hacerlo en la isla fue La Voz de Ibiza, cuando fue fundado en 1922. El Diario se incorporó en 1930 a un progreso que ya era antiguo, pero la máquina estuvo funcionando hasta 1963. Los trabajadores ejercÃan de mecánicos y las piezas sobrantes se fueron acumulando en un rincón hasta quedar la impresora en un esquema de sà misma.
En aquel periódico trabajaban y colaboraban nombres ilustres como Marià Villangómez, Cosme Vidal Llácer, José Zornoza e Isidor Macabich, que ejerció de redactor jefe del Diario durante 25 años.
Los trabajadores de aquella época pasaron del plomo de la primera imprenta a la linotipia y ejercieron todas las labores necesarias para que el Diario saliera cada dÃa. Uno de los más antiguos, Toni Roig, recordaba hace años en una entrevista que durante la Guerra Civil le daban a la manivela entonando el ‘Cara al sol’ o ‘La Internacional’ según la fuerza dominante en la isla, y que cuando las tropas republicanas conquistaron la isla imprimieron ‘Solidaridad Obrera’ y les querÃan obligar a hacer 15.000 ejemplares para lanzarlos sobre Mallorca, en manos de las tropas nacionales, pero sólo pudieron hacer 2.000. También rememoraba los duros años de la posguerra, trabajando a la luz de los candiles en la calle Azara: «Nos costaba mucho sacar Es Diari porque estábamos escasos, siempre, de papel. Entonces comprábamos papel de estraza en las tiendas de comestibles e imprimÃamos el periódico».
Él, junto a Pedro Mas, Pepe Rafal, Bartomeu Cardona, Pep Fumeral y Pepe d’es ParrÃ, protagonizó el plante en los años 40 cuando el sindicato vertical franquista quiso apoderarse de la cabecera, que gracias a algunos ibicencos influyentes permaneció en manos de la familia Verdera.
El siguiente paso importante en esta historia de la imprenta fue la compra, en 1963, de la primera rotativa eléctrica, una Voirin francesa que ya tiraba 1.500 ejemplares a la hora. Fue la verdadera modernización del Diario, que en dos años dobló su circulación y su número de suscriptores y lectores, según contaba José Viader en su trabajo ‘Historia, esencia y evolución del Diario de Ibiza’. La rotativa pasó entonces a la calle Aragón y la redacción poco después al Pasaje VÃa Púnica. A esta le sucedió una máquina plana ya automática, marca Ibérica A. G., que lanzaba 3.500 ejemplares por hora.
La primera ‘offset’
El crecimiento de Diario de Ibiza fue imparable durante los años 60 y 70, convertido en la primera referencia informativa de la isla. Las instalaciones de la calle Aragón se quedaron pequeñas en muy poco tiempo y era necesario buscar una nueva ubicación, para lo que se compró un solar de 2.500 metros cuadrados de Sant Jordi, donde se construyó una nave que albergó la rotativa desde 1975 hasta enero de 2008.
la primera rotativa ‘offset’ que llegó a la isla se inauguró en julio de 1975
La nueva rotativa, la primera offset que llegó a la isla, inauguró la nave de Sant Jordi en julio de 1975. Al acto acudió el entonces ministro de Información y Turismo, León Herrera, que pasó revista a los trabajadores del Diario, formados en fila para la ocasión. Herrera felicitó a la empresa por su «renovación y la modernización total de sus talleres» y le deseó «muchos éxitos». La nueva rotativa era una Pacer capaz de imprimir 25.000 ejemplares por hora.
La historia se estancó ahà hasta la compra de la cabecera por parte de Prensa Ibérica en 1991. En esos 16 años la máquina habÃa quedado totalmente obsoleta y fue sustituida por una Supergazette de seis cuerpos llegada desde Diario de Mallorca, que trabajó una década, y a principios de este siglo por otra Supergazette de nueve cuerpos traspasada por Información de Alicante (ambos del mismo grupo editorial que Diario de Ibiza), que ocupó prácticamente toda la nave que en los 70 parecÃa que iba a ser la ubicación definitiva de los talleres del Diario.
la rotativa actual ocupa dos plantas de una nave en el polÃgono de montecristo
Pero el crecimiento del Diario no se detuvo. Ya en 2004 empezó a perfilarse el proyecto que fraguó la creación de la empresa Artes Gráficas de Ibiza, filial de Diario de Ibiza, y la instalación de la nueva planta de impresión en el polÃgono de Montecristo, que comenzó a funcionar en enero de 2008 y que actualmente imprime Diario de Ibiza y otras publicaciones.
Control por ordenador
La impresionante rotativa, que ocupa dos plantas de una gran nave industrial, es una Comet de la firma alemana Koenig Bauer AG. Imprime hasta 37.500 ejemplares de hasta 64 páginas en una hora, 16 de ellas a todo color, aunque esas tiradas no son necesarias en Eivissa, lo que permite tirar diferentes periódicos con tiempo y comodidad. Las máquinas reciben las páginas desde las distintas redacciones y las convierten directamente en planchas de impresión, eliminando el proceso fotográfico anterior de imprimir los fotolitos para solarizar las planchas. Todo está controlado por ordenador y las páginas que se producen en la redacción de Vila son procesadas por máquinas que las imprimen, colocan, amontonan y empaquetan para ser recogidas por los distribuidores. El lector espera.