La publicidad es un elemento imprescindible para los medios de comunicación, pues es necesario para su subsistencia. Los anuncios tienen una función clara: destacar entre las noticias para vender, comprar, intercambiar, promocionar o reclamar algo. Pero con el tiempo cobran un valor para el que no fueron pensados: son parte de la historia. Formaron parte de las páginas de Diario de Ibiza desde su primer número.
Trajes confeccionados «con prontitud y economÃa»
En la segunda página del primer ejemplar, publicado el 1 de agosto de 1893, aparecÃa ya el primer anuncio ibicenco de la historia de este periódico. Era de La Americana, la sastrerÃa de José Ferrer Sorá, establecimiento donde se confeccionaban, «con prontitud y economÃa» y «con el esmero y elegancia que el dueño del mismo tiene acreditados, toda suerte de trajes para caballeros y niños». Es historia, entre otras razones, por su lenguaje casposo. En ese mismo ejemplar habÃa un hueco en blanco en el que se imprimió, en vertical, la palabra ‘Disponible’. Pronto se llenó.
Estoy localizable en…
Salvadora Puget, representante de Los Previsores del Porvenir insertó el 29 de mayo de 1918 un aviso para los socios: le podÃan localizar en la [casa de] fotografÃa de «Don Narciso Puget» entre las 10.30 y las 12 horas. De cuatro a siete de la tarde, «hora oficial», estaba en su casa. De cuando Ibiza era como un pueblo.
Al bello sexo
Anita M. Sallés se publicitaba como «acreditada profesora en flores finas de tela». El 6 de junio de 1899 se dirigÃa «al bello sexo» para que supiera que estaba terminando un curso y que se podrÃan apuntar más «señoritas», se supone que de sexo bello.
Criadas que sepan su obligación
No una, sino dos criadas buscaban en Ibiza en diciembre de 1942. Pero,ojo, no valÃa cualquiera: «que sepan su obligación», se precisaba. Sin concretar. Ese uso del léxico ha desaparecido, no asà el machismo que destilan, a veces explicitamente, muchos anuncios.
Viuda o soltera, sin hijos y, a poder ser, payesa
Sirvienta sonaba tan mal como criada, pero también era una palabra de uso común en esa época. Hasta se utilizaban esos términos en el padrón de habitantes. En un anuncio de febrero de 1943 se buscaba una «para servir» en Vila. Pero tampoco valÃa cualquiera: debÃa ser «soltera o viuda sin hijos», y a ser posible payesa. Mujeres de ciudad, abstenerse.
Siete soldados dispuestos a casarse con «señoritas» de Vila
A veces (muchas) se trataba a las mujeres como a ganado. En enero de 1943, siete hombres, cuyos nombres y apellidos fueron publicados, estaban tan necesitados que insertaron en Es Diari un anuncio en el que, sin rodeos, directos al grano, decÃan «desear» a siete «señoritas de esta ciudad para contraer matrimonio». Ellos eran soldados «peninsulares» que formaban parte de la 66 BaterÃa de Costa de la isla. El diario ejercÃa de Meetic o eDarling, pero a lo bruto.
El zapatero Sebastián
Hay anuncios que son historia porque quienes los pagaron tuvieron un papel destacado en el devenir de la isla: por méritos propios o a su pesar. El zapatero Sebastián Monserrat seguro que hubiera preferido seguir remendando «con perfección esmeradÃsima» los calzados que le traÃan a su zapaterÃa de la calle MontgrÃ, 11, donde tenÃa una «sección especial en calzado barato», tal como se indicaba en el anuncio publicado en septiembre de 1923. Pero, desgraciadamente, pasó a la historia 13 años más tarde, cuando fue fusilado por un grupo de fascistas llegados a la isla. Su nieto, Andreu Manresa, es ahora director de IB3.
Regreso a Talamanca
En 1934, Benjamà Costa, Laieta, enlazó Vila con el flamante centro de baño de Talamanca, diseñado por Erwin Broner. El 7 de julio de 1940, tras la guerra, se avisaba de que la lancha ‘Talamanca’ volvÃa a conectar con esa playa. Debido «al aumento del precio de la gasolina» costaba una peseta la ida y vuelta los domingos, y dos pesetas los dÃas laborables. En 1943 subió a una peseta sólo la ida, y 1,5 ida y vuelta.
Educación y guano
Antoni Albert Nieto fue maestro de escuela, polÃtico, concejal de Vila y secretario del Pósito de Pescadores, entre otros cargos. Porque tenÃa múltiples facetas: en marzo de 1899 anunció en estas páginas que vendÃa Guano Pinkley, «fertilizante e intensivo». Ya en 1923 promocionó su Academia Politécnica para ese curso. Formaba parte del profesorado Juan Morales Cirer (farmacéutico que, por ser masón, acabó tras la Guerra Civil en la prisión de Carlet, donde murió). Albert impartÃa «ciencias exactas».
El ‘boom’ del turismo
A partir de mediados de los 60, las páginas de Diario de Ibiza se llenaban en primavera de anuncios en busca de personal, como este del Hotel Fenicia de abril de 1968. Principalmente, buscaba «camareras de pisos, mujeres para limpieza y una buena planchadora». Porque, como todo el mundo sabe, eso no lo sabe hacer un hombre. Ese mismo dÃa se anunciaba la pérdida de «un cordero marrón de patas blancas». Informes, «al encargado del campo de fútbol».
Carreras en Can BufÃ
Hace escasas semanas se derruyeron los muros del antiguo hipódomo de Can BufÃ. En mayo de 1968 se anunciaban «grandes carreras de caballos» allÃ, un lugar que ya es historia.
Festival Club: otra instalación que ya es historia
Cerca de Sant AgustÃ, en medio del bosque, el anfiteatro del Festival Club se llenaba de turistas durante sus fiestas camperas y actuaciones de mediados de los años 60. Ahora, aquel antiguo «cortijo-escuela taurina» es una completa ruina.
Cuando la paella para dos personas costaba 100 pesetas
La paella se paga ahora casi a precio de caviar, pero hubo una época en la que una para dos personas sólo costaba 100 pesetas (60 céntimos de euro). Era una de las especialidades del Hotel Noray (en pleno puerto de Ibiza, el primero con ascensor de la ciudad) a finales de los años 60, tal como se anunciaba en las páginas de este diario. Pero esos precios también son ya historia.