25 años
En el fondo, vivimos en un eterno dÃa de la marmota. Ahora nos quejamos de los precios elevados como si fuera algo nuevo, pero hace 25 años estábamos en las mismas. Una encuesta realizada por la Cámara de Comercio, y dada a conocer por Es Diari el 2 de abril, advertÃa de que los turistas tenÃan un monumental cabreo por los «abusivos» costes de la oferta extrahotelera. Es decir, que una paella les costaba un ojo de la cara y parte del otro. Es más, el 50% de los viajeros encuestados opinaban que los precios superaban largamente la calidad ofrecida, algo muy actual, por cierto.
El ‘ferry’ ‘Punta Europa’ se empotraba contra el muelle de Sant Antoni, lo que le provocó una vÃa de agua
El 5 de abril se producÃa una fuga (detectada por operarios de GESA) en el gasoducto que unÃa la factorÃa de Repsol con el puerto de Ibiza. Durante la reparación se prohibió cualquier actividad que pudiera crear chispas en un radio de 100 metros.
También fue noticia que el ferry ‘Punta Europa’, de Flebasa, embistiera el muelle de Sant Antoni, lo que le provocó una vÃa de agua.
50 años
Mosquitos: el problema más grave. Si ahora llevamos mal la abundancia de mosquitos, hace 50 años el asunto era cuestión de Estado. El 2 de abril de 1968 llegó José Blázquez, entomólogo de la sección de luchas y campañas de la dirección general de Sanidad para estudiar qué hacer, especialmente en ses Salines, contra el «más grave problema» de la isla, según Es Diari, que en pleno boom turÃstico estrenaba viceconsulado británico e incluso Manuel Fraga, ministro del ramo, anunciaba su visita a las Pitiüses.
75 años
Por sustraer el ‘Antonio Matutes’. El 4 de abril de 1943 se publicaba en Es Diari la orden de búsqueda y captura de cuatro ibicencos (Mauricio Torres, José Torres, Juan Torres y Vicente Riera), a los que responsabilizaba del «delito de robo del motovelero ‘Antonio Matutes’»,asà como de «adhesión a la rebelión». De 100 toneladas y propiedad de Abel Matutes Torres, se hundió en el puerto de Denia durante un bombardeo. Posiblemente lo habÃan usado para huir de la isla.
100 años
Otro ibicenco vÃctima de la Primera Guerra Mundial. España fue neutral durante la Gran Guerra, lo que no fue óbice para que se viera envuelta en algunas refriegas, especialmente en el mar. Las Pitiüses y sus habitantes padecieron muchas veces las consecuencias de la guerra, sobre todo la submarina, ya que no fueron pocas las ocasiones en que los vapores eran detenidos en medio de sus travesÃas por los submarinos germanos (U-Boot, o Unterseeboot) o por las patrulleras francesas.
El 3 de abril de 1918 se supo, a través de las páginas de Diario de Ibiza, que habÃa llegado a la isla Juan Torres, oficial del ‘Arpillao’, un vapor de 2.768 toneladas y bandera española construido en 1892, que fue torpedeado y hundido en aguas de Canarias por un U-Boot. Se encontraba realizando la ruta entre Barcelona y Tenerife cuando, cerca de Las Palmas, el U-157 lo hundió. No hubo heridos, por lo que se supone que el comandante de esa nave de guerra, Max Valentiner, desalojó primero el mercante para, después, echarlo a pique de un cañonazo (asà ahorraban torpedos). Valentiner era un viejo conocido de las Pitiüses, donde como comandante del U-38 y durante el año 1916 se cebó en estas aguas. El 26 de agosto de 1916 acabó con el buque italiano ‘Atlántico’, de 3.060 toneladas, al sureste de Formentera. Cuatro dÃas más tarde hizo lo propio con el velero italiano ‘Nostra Signora della Guardia’, de 1.588 toneladas, cuando navegaba a 25 millas de Sant Antoni con un cargamento de carbón. Trece de sus tripulantes llegaron dos dÃas después a Sant Antoni en botes; las corrientes desplazaron el del capitán y de tres marineros hasta Cala Saona (Formentera) 30 horas más tarde del encuentro con el submarino. El marinero Mariano Castelló se los encontró y les ofreció comida y agua. A los que llegaron a Sant Antoni se les atendió en un primer momento en Can Truy, una casa de comidas y café regentada entonces por Bartomeu Ribas, para luego ser acogidos en el hotel Marina de Josep Planells.
Valentiner fue uno de esos lobos de la Marina alemana (Kriegsmarine) que la liaron parda durante la Gran Guerra. Cruz de Hierro de primera y segunda clase, acabó con 144 barcos (sólo uno de guerra) durante esa contienda. Incluso los británicos le incluyeron en una lista de criminales de guerra por su trato a las tripulaciones de los navÃos hundidos. Curiosamente, el ‘Arpillao’ fue el último navÃo que acabó en el fondo del mar por orden de Valentiner. Y, cómo no, un pitiuso iba dentro.