Empiezan los días de calor aplastante. Hasta que el cuerpo se acostumbra a las altas temperaturas estivales se pasa mal y la mejor solución es darse un buen chapuzón. En Ibiza y Formentera lo tenemos fácil y aunque nuestro calor es más pegajoso que el de Madrid, aquí el que no tiene piscina tiene la playa a veinte minutos como mucho.
Pero a los residentes isleños eso de las aglomeraciones de verano en nuestras pequeñas calas no nos gusta un pelo. Así, los días de playa para los que vivimos aquí están llegando a su fin antes de tiempo. Cuando llega la marabunta con el calor veraniego, los residentes casi siempre preferimos quedarnos en la piscina de nuestra casa o irnos a la del vecino antes que pasarnos una hora buscando aparcamiento para finalmente acabar luchando por un pedacito de arena cerca del agua.
«cuando llega la marabunta con el calor veraniego, los residentes casi siempre preferimos quedarnos en la piscina»
La piscina está muy bien para estos meses de masificación turística. Ni te manchas los pies ni te pican las medusas y hasta puedes tomar el sol en una tumbona gratis. Sé que los madrileños que me estén leyendo pensarán que estoy loca, pero no, simplemente soy práctica.
Los que tenemos niños pequeños sabemos la importancia que tiene para ellos jugar en el agua durante el verano. Para ellos y para nosotros, que, dicho sea, también podemos relajarnos un poco mientras ellos juegan a su bola. Pero el hecho de mover a toda la familia para llegar a la playa y no encontrar aparcamiento ni hueco para extender el pareo nos recoge alrededor de ellas en sus restaurantes y chiringuitos, a los que vamos después de habernos dado un buen chapuzón en nuestras piscinas.
Además, todos sabemos que, nos guste o no, al final vamos a tener que ir más de una y de cuatro veces a dar vueltas con el coche y a hacinarnos en las playas cuando lleguen las visitas de Madrid. Reservemos fuerzas y parte de nuestros ahorros para entonces. Y ahora, relax.
Jimena L. Ansótegui
DIRECTORA COMERCIAL