Historia. En los años más grises del franquismo surgieron en Eivissa un par de revistas con una finalidad muy diferente: Gol y Amanecer. Imprimidas ambas con una multicopista ciclostil, la primera, impulsada por el padre Morey, servía de órgano de comunicación de la liguilla de fútbol que había creado. La segunda estaba dirigida a los flechas y camaradas falangistas. Un trabajador ha rescatado 16 ejemplares que iban a ser tirados a la basura.
Hace dos años, mientras limpiaba un piso de la calle Isidor Macabich (junto a la calle Extremadura) que iba a ser reformado, José Manuel Hernández se fijó en un pequeño montón listo para ser tirado al contenedor de papel más próximo. Desconocía la procedencia de las revistas (por denominarlas de alguna manera) que contenía, llamadas Gol y Amanecer, pero como parecían antiguas pensó que algo podría sacar por ellas. No sería la primera vez que de una de esas limpiezas obtenía un extra mediante la venta de objetos antiguos condenados al vertedero de Roca Llisa.
Hernández rescató aquel día cinco ejemplares de Amanecer (del primero al cuarto número, así como el séptimo), que publicaba la Centuria Vara de Rey de Falange, y 11 de Gol, órgano de comunicación del campeonato infantil (al principio, luego lo sería también del juvenil) de fútbol. El creador de Gol (y de ese campeonato) fue Jaume Morey Rabassa, según explica Joan Antoni Torres en el libro ‘El pare Morey. El capellà de la joventut d’Ibiza’ (Editorial Mediterrània). Los nacionales fusilaron a su padre en Mallorca en 1936, cuando sólo tenía 10 años.
Estudió en el Seminario de Eivissa y destacó enseguida por ser un gran dinamizador de los chavales de la isla, hasta el punto que en 1955 creó aquella liga de balompié infantil. El sacerdote era un gran aficionado a ese deporte, como la gran mayoría de los curas de la época, quizás porque «servía para quemar ansiedades y hacerse fuertes físicamente», según Torres.
Con grapas
De paso, Morey ideó un medio de comunicación propio para esa liguilla, Gol. El 15 de octubre de 1955 aparecía el primer número. Su factura era muy artesanal: se imprimía con una multicopista ciclostil en la casa de Morey, en el edificio Ibosim, cerca de la iglesia de Santa Creu, en donde era vicario. Los ejemplares tenían un máximo de tres páginas impresas por una sola cara, unidas por una, dos o tres grapas, según el ejemplar.
Según Torres, el propio sacerdote se ocupaba de todo: del diseño, de los textos e, incluso, de los dibujos (abundantes, muy inocentes) que los ilustraban. La cabecera varía en los primeros números, hasta que ya en el 16 creó una más sofisticada en color (verde, rojo…).
«Igual que siempre, los destacados del Ibicenco fueron los dos hermanos Matutes, Alonso y, en algunas rachas, Sancho», escribió Morey en el número 7 de Gol, de diciembre de 1955, donde, además de resultados y crónicas, había un pequeño espacio para el proselitismo: «Niño joven: asiste el próximo domingo a la misa que para ti se dice en Santa Cruz. ¡Que vaya contigo todo el equipo!».
Morey, además de dibujar en Gol, pintaba los escudos representativos de cada equipo, que no eran pocos, y buscaba las camisetas apropiadas. Las revistas (se llegaron a publicar 79) que encontró Hernández mientras vaciaba un piso, fueron de lo más leído en aquella época. Llegaban a los hogares ibicencos de manos de los críos que jugaban en la liga, entusiasmados porque aquel semanario los convertía en protagonistas de la gris vida insular.
Pronto, Falange quiso su parte del pastel. Era, recuerda Torres, la organización que «dominaba el espacio deportivo y de promoción ideológica de la juventud», por lo que querían ser partícipes, como «coorganizadores», de aquella idea impulsada por Morey.
Asesor de Falange
Esa relación con Falange se intensifica el 9 de marzo de 1956, cuando, además de pasar a Sant Elm como vicario, Morey fue nombrado asesor eclesiástico del Sindicato de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas.
Quizás esa cercanía sea el origen del otro paquete de revistas que halló José Manuel Hernández en el inmueble que vació. Amanecer surgió en febrero de 1957 y se imprimía también con una multicopista ciclostil, en el mismo tipo y tamaño de papel, a una sola cara. Las hojas también se unían con un par de grapas. La revista, además, estaba profusamente ilustrada con dibujos muy similares a los que Morey empleaba en Gol.
Desde Vara de Rey
La revista se fraguaba en la Centuria Vara de Rey. Marià Serra, expresidente del Institut d’Estudis Eivissencs y que conserva los 79 ejemplares de la revista Gol, recuerda que la sede estaba en s’Alamera, junto a Ebusus, y que cerca, en el Pereyra, había otra centuria. Serra cree que, probablemente, sus impulsores fueran Antonio Canals Tur y Pedro Escanellas. Serra apunta a «cierto entendimiento» entre el padre Morey y los falangistas para que estos le facilitaran «la infraestructura» necesaria para las excursiones que programaba, en las que el Ejército aportaba sus medios de transporte para el traslado de los chavales. También para sus sesiones de cine, «a dos pesetas cada una», recuerda Serra. A esa centuria de Vara de Rey solía acudir Joan Riera, propietario de Ca n’Alfredo, «para jugar en sus futbolines», artesanales pero muy solicitados por los niños. Riera también conserva, completa, la colección de Gol.
Amanecer era un «periódico volante mensual» que nació el «día de los caídos de la juventud»: «En él encontrarás, camarada, las actividades que a lo largo del mes haya desarrollado la Centuria». Así se presentaba en su primer ejemplar. Querían servir de «enlace con aquellos camaradas que por razones de estudios» estaban alejados de la «roqueta».
Cara al sol con correajes
Como Gol, Amanecer estaba dirigida a la juventud. Incluso colaboraba Juan Marí, canónigo y capellán del Frente de Juventudes. Contenía una sección de humor (pelín grueso) ilustrado y, cómo no, numerosos dibujos de jóvenes ataviados con correajes, camisa azul (el color se presupone, pues la tirada era en blanco y negro) y boina con el brazo en alto, a la romana, y portando la bandera del yugo y las flechas. Y hasta la carlista. Los mensajes eran claros: «Franco, a ti te juramos seguir hasta la victoria», titulaban. Todo muy castrense. Y religioso, pues no faltaban halos divinos y cruces.
«Era imposible que una personalidad desbordante como la del padre Morey no creara reticencias y susceptibilidades en parte de la sociedad ibicenca, cerrada a la modernidad e inmersa en las oscuridades de la dictadura franquista», cuenta Marià Torres en su voz de la Enciclopèdia. A finales de 1959, bajo la sombra de la acusación de abusos a un menor, Jaume Morey abandonaba la isla. Decenas de ibicencos acudieron al aeropuerto a despedirle. Muchos de ellos aún conservan la colección completa de Gol.