Dar el paso para convertir una ciudad convencional en inteligente «es posible», además de que «sale rentable». Y no hay opción: la que se quede rezagada está perdida. Son algunas de las conclusiones que se pueden extraer del primer foro empresarial BusinessDIbiza que se celebró el pasado martes y en el que Emilio Ontiveros, catedrático de Economía y presidente de Analistas Financieros Internacionales, defendió que una ciudad no tiene más remedio que emprender el camino de la digitalización. En el acto, organizado por la Fundación Telefónica con la colaboración de Diario de Ibiza y el patrocinio del banco BMN Sa Nostra, se presentó el libro ‘Las ciudades del futuro: inteligentes, digitales y sostenibles’, , del que Ontiveros es autor junto a Diego Vizcaíno y Verónica López Sabater.
La revolución industrial más democrática. La actual digitalización ofrece una oportunidad histórica de «inclusión social», aseguró Ontiveros: «Esta revolución tecnológica es la más democrática que ha habido en la historia. Extiende el acceso a las tecnologías a todo el mundo». Las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) son «el fundamento de las ciudades inteligentes», afirmó.
«Los políticos no deben dejarse llevar por la inercia: no es buena compañera de nada»
No es caro y es rentable. Las ciudades que no se pongan las pilas quedarán rezagadas. Se abrirá una enorme brecha digital entre las que continúen como siempre y las que apuesten por la digitalización, advirtió: «Y no se podrá atribuir a que unas son ricas y otras son pobres, pues la tecnología es barata. El problema es que hay políticos que están a otras cosas». Se podrá dar el caso de «ciudades convencionalmente ricas que sean pobres en TIC». En ese sentido, recomienda a los gobernantes «no dejarse llevar por la inercia, que no es buena compañera de nada». Una smart city no es cara. Su aplicación es más barata de lo que se piensa porque la tecnología es cada vez más económica. Solo hace falta que los políticos al frente de las ciudades impulsen esos proyectos. Uno de los retos, en ese sentido, es la financiación. La inversión, además de no ser muy costosa, es rentable a la larga: «Es posible y no es caro. Lo único necesario es la voluntad política», dijo. Al respecto, Antoni Serra, director territorial de BMN para Balears, abogó por emprender esos pasos, aun cuando «cambiar las cosas nunca sea cómodo».
Más habitables. Con las TIC, las urbes «serán más habitables» y se adaptarán a las exigencias de quienes viven en ellas. La Administración manejará millones de datos que permitirán conocer «las preferencias de los ciudadanos». La «transmisión de opiniones fortalece la democracia», según Ontiveros.
Menos burocracia, más listas. Las ciudades que quieren ser inteligentes se enfrentan a un segundo reto: eliminar la burocracia, cambiar su organización: «No pueden querer ser inteligentes y mantener, al mismo tiempo, los esquemas organizativos de antaño». La burocracia es un obstáculo para el desarrollo.
Se ha de contar además con los ciudadanos «como destinatarios, pero también como mecanismos de realimentación del gobierno». Los habitantes han de ser también inteligentes y tener habilidades digitales: «El esfuerzo por alfabetizarse digitalmente, compensa. Y no es difícil. A veces nos llevamos sorpresas con gente que inicialmente es reacia. Basta un poco de paciencia».
«ninguna discontinuidad tecnológica ha sido destructora de empleo neto»
Digitalización y empleo. ¿Existe el riesgo de que se destruya empleo? El catedrático de Economía recordó que «ninguna discontinuidad tecnológica ha sido destructora de empleo neto», subrayó. Surgirán otros trabajos. El problema, advierte Emilio Ontiveros, «podría darse con el exceso de robotización, incluso en tareas en las que se precisa pasar por la Universidad».
Pese a que en el sector financiero, el que más invierte en TIC, ya se nota cómo menguan las plantillas, el analista cree que a la larga «el saldo neto de puestos de trabajo no será negativo». También puede suceder como en Japón, donde han comenzado a reducirse las horas obligatorias de trabajo. Ya se verá.