Formentera ha experimentado un profundo cambio polÃtico, social y económico en los últimos 30 años que marca su personalidad e identidad. Diario de Ibiza ha recogido en sus páginas el proceso de transformación radical de la isla
Quiero pensar que el soporte sobre el que trabajarán los profesionales de la información y la manera en la que la trasmitirán será totalmente distinta. Los ordenadores y dispositivos móviles que manejamos ahora no existirán tal y como los conocemos. Los avances de la ciencia, la fÃsica cuántica, el genoma humano y la nanotecnologÃa habrán podido reproducir, en forma de algoritmos que ahora se desarrollan en las pizarras de las universidades, las relaciones que se establecen entre los átomos y que superan con mucho lo que conocemos hasta ahora en la transmisión y gestión de la información. Quizá, en ese futuro incierto, la propia escritura habrá desaparecido. Aunque ahora ese momento nos parezca lejano, avanza a pasos de gigante.
Para encontrar al primer corresponsal que tuvo Diario de Ibiza en Formentera hay que remontarse a antes de la Guerra Civil española. Era Joan Mayans Castelló -Joan Guillem-, secretario del Juzgado de Paz de Formentera que firmaba sus columnas bajo el seudónimo de Casimiro, entre los años 1925 y 1936.
Es Diari mantiene desde los años 80 a un periodista en la isla
En lo social en 1986, se creó la Coordinadora de Entidades CÃviques, que empezó reivindicando la titularidad pública de s’Estany des Peix que se formalizó en 1992. Más tarde se opuso a la urbanización de Can Marroig que pretendÃa realizar el empresario Giancarlo Parretti, que habÃa comprado la finca a las empresas del Grupo Matutes. Ese movimiento ciudadano continuó con la oposición al camping de es Ca MarÃ, que duró 22 años hasta que en noviembre de 2008 el Consell aprobaba la caducidad de la licencia de obras.
En aquellos años cubrir la información no era tarea fácil ya que los medios eran prácticamente inexistentes si los comparamos con los que contamos ahora. Para empezar habÃa que hacerse con una grabadora de casetes, que fueron cambiando de tamaño y de calidades. En cuanto a la escritura, la libreta y el bolÃgrafo eran, y siguen siendo, las herramientas básicas.
Estas locuciones en público provocaban que algunos clientes conocieran la hora del envÃo de la noticia haciendo corrillos a mi alrededor, incluso aportando comentarios, lo que dificultaba la labor pero le añadÃa un toque de humor.
Cuando se trataba de artÃculos largos, se remitÃan en un sobre a bordo de algunos de los barcos que cubrÃan la lÃnea marÃtima, los habituales eran la ‘Joven Dolores’ y ‘S’Illa de Formentera’. Lo mismo ocurrÃa con las fotografÃas del dÃa, aunque con una dificultad añadida, como que no hubiera forma de enviar los rollos de los negativos a Ibiza a partir de las 18 horas, en invierno, y de las 20 horas en verano, debido a que eran los últimos barcos que salÃan en esos años desde la Savina. Eso sin olvidar a los esforzados fotógrafos de Ibiza que debÃan ir a recoger los carretes al puerto de Vila, pendientes de la llegada del barco, para luego revelarlos. Si los fotógrafos no podÃan ir, algún redactor se daba el paseo.
Otro de los acontecimientos fue el dÃa en que se vino abajo la techumbre del monumento megalÃtico de Ca na Costa (el 5 de diciembre de 1997) que cayó a plomo sobre las piedras milenarias. La fuerza del viento y la debilidad de la estructura metálica que soportaba un techo, a cuatro aguas, cubierto de teja, hicieron el trabajo. El entonces alcalde, Vicent Escandell, estaba abrumado. Encima Formentera, una vez más habÃa quedado incomunicada por el temporal y ninguna de las barcas salÃa, lo que hacÃa imposible enviar el carrete a Ibiza.
La primera foto enviada por medios digitales: el espectacular derrumbe del techo que cubrÃa Ca na Costa. C.C.
En aquel momento un empresario local, Paco Mayans (Taueta), habÃa abierto la primera tienda de informática en Sant Ferran, tenÃa escáner, ordenador, un correo electrónico y un router. Solo hacÃa falta revelar el carrete para obtener el negativo. Eso se hizo gracias a la colaboración de otro empresario local, Juan Ferrer Ferrer, que entonces tenÃa una tienda de revelado rápido (QSS) y que puso, varias horas antes, el equipo en marcha para poder revelar ese carrete. Con el negativo en la mano, lo escaneamos y los enviamos al único correo electrónico, que entonces tenÃa el director Joan Serra.
Pero el cambio radical se produjo cuando aparecieron los dos ferrys ‘Ibiza’ y ‘Espalmador’, de la compañÃa Umafisa (Grupo Matutes). Esos dos barcos transformaron el sistema de transporte en lo que se refiere a mercancÃas y vehÃculos.
Hasta entonces la ‘Joven Dolores’ sólo podÃa pasar tres turismos por trayecto. Pero con la llegada de esos primeros ferrys el panorama cambió de la noche a la mañana. Con ellos llegaban los coches con más facilidad y las mercancÃas viajaban en plataformas con cabezas tractoras. La cadena del frÃo dejó de romperse ya que hasta entonces los productos refrigerados o congelados viajaban como bultos en cualquiera de las embarcaciones que cubrÃan la lÃnea y se dejaban en el muelle de la Savina hasta que eran recogidos.
En esos años hubo que ampliar la carretera principal y se crearon en vez de arcenes, carriles, en cada sentido, para bicicleta que llegan hasta es Caló.
La opinión generalizada era que ese camping, de primera categorÃa, era en realidad una urbanización encubierta. El proyecto contemplaba la creación de 330 parcelas en las que se ubicarÃan otros tantos bungalós con una capacidad de tres personas cada uno. La instalación estaba pensada para cerca de mil plazas, lo que representaba más del 10 por ciento de la planta hotelera local de aquel momento. La Coordinadora emitió entonces un manifiesto en el que consideraba que cualquier instalación que implicara una gran oferta de plazas era contraria a la imagen de tranquilidad y de una oferta basada en establecimientos pequeños y familiares que se intenta proyectar como atractivo.
La promotora vuelve a los tribunales, que dicen que deben modificar el proyecto para colocar las construcciones fijas fuera de la zona de Costas. Esa modificación nunca es presentada ya que hubiera implicado un nuevo expediente para una instalación de camping prohibida con las normas urbanÃsticas de 1988.
La ruptura de la derecha local
La figura de dos polÃticos de carácter como Antonio Serra Colomar y Bartomeu Ferrer Marà marcó una forma de hacer polÃtica entre los dos rivales eternos a finales de los ochenta. Toni Serra, Miquelet, y Bartolo Ferrer, de sa Punta, eran el vivo reflejo del enfrentamiento entre la última generación del franquismo y la joven democracia.
En esos años se produjo un hecho determinante para la derecha local agrupada en la extinta Alianza Popular que se tradujo en una escisión interna que llevó a un grupo de militantes descontentos, encabezados por el empresario local, Mariano Mayans, a crear el Grupo Independiente de Formentera (GIF), encabezado por Antonio Serra Colomar y que desapareció en 2015.
Pocos minutos antes de iniciar la sesión Toni Serra recibió una llamada telefónica que me invitó escuchar en un despacho contiguo a la sala de plenos. Al otro lado del hilo telefónico estaba Abel Matutes, que le inquirÃa para que se abstuviera y votara en contra. «Si quieres eso, vienes tú aquà y votas», le espetó Serra antes de colgar. Fuera, la sala ya estaba llena de público y los que no cabÃan se arremolinaban en la escalera. En el momento de la votación todos los concejales por unanimidad votaron a favor de la declaración.
A raÃz de ese incidente las relaciones internas entre AP de Eivissa y AP de Formentera se fueron tensando, hasta que Antonio Serra creó el GIF.
Con el paso del tiempo, Serra y Ferrer fueron humanizándose y acercándose, aunque estaba claro que su ideologÃa se mantenÃa a la misma distancia de siempre. El mandato entre 1991 y 1995 que ambos compartieron sigue siendo recordado por muchos formenterenses como uno de los mejores de la democracia. El lema fue entonces: «No discutimos, no tenemos tiempo, solo trabajamos». Y asà fue, ya que coincidió el momento de remodelar y embellecer, aplicando las normas subsidiarias en los principales pueblos de Formentera.
Un consell para la isla
Jaume Ferrer, nuevo presidente del Consell de Formentera en 2007. C. C.
A finales de los años noventa se crea la Coordinadora de Organizaciones Progresista (COP) que logra en 1999 la mayorÃa absoluta en el entonces Ayuntamiento, en una coalición de partidos de izquierdas, incluido el PSOE, que era liderada por Isidor Torres, otro de los polÃticos relevantes en este cambio de siglo.
Acabado ese mandato una coalición de centroderecha, formada por el PP-GIF-PREF, se hace con la alcaldÃa, con Juanma Costa (PP) al frente, pero sufre una moción de censura a los dos años y es relevado por Torres. Es en esos últimos años, 2005-2007, es cuando empieza a fraguarse lo que será el futuro Consell de Formentera, cuando Pep Mayans era diputado de Formentera en el Parlament balear, por una agrupación de electores denominada Agrupación Independiente Popular de Formentera (AIPF). Esos años fueron vibrantes hasta que se constituye el Consell de Formentera tras las elecciones de 2007, lo que representa la creación de una figura administrativa única en el Estado, que une un ayuntamiento y un consell insular, con todas las competencias que implica. La última estructura de ayuntamiento contaba con unos 80 trabajadores, mientras que el actual Consell tiene una plantilla, en pleno verano, de unos 300 trabajadores, con un presupuesto de 26,8 millones de euros para este año.
La dificultad del acceso a la vivienda y el precio de la cesta de la compra son los otros temas que, año tras años, desde la llegada del siglo XXI son ya recurrentes y cada año se repiten las mismas situaciones extremas e incluso de abusos, aprovechando la necesidad de encontrar vivienda de una parte de la población que vive de alquiler todo el año. Mientras, la población crece y se hace necesario construir escoletes y escuelas. Las estadÃsticas apuntan que en los últimos 15 años la población residente se ha triplicado. El último dato de este año es de 13.700 personas empadronadas.