Por lo que daría la mitad de mi vida

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Jimena L. Ansótegui
Jimena L. Ansótegui
Periodista. Directora comercial de Diario de Ibiza

A veces me da por pensar qué hubiera sido de mí si en vez de elegir periodismo hubiera elegido estudiar psicología o cualquier otra cosa que se me hubiera cruzado por el camino en aquella época.

Con diecisiete años no siempre se está preparado para tomar una decisión tan importante como la de escoger la profesión a la que quieres dedicar tu vida.

«miro a mi alrededor y veo profesionales con vocación y otros que lo son por obligación»

En mi caso lo tenía bastante claro ya que conté desde el principio con el asesoramiento y el apoyo de la persona que mejor me conocía, mi madre. Ella sabía que una carrera que no me apasionara iba a terminar aburriéndome, que si no había aventura y diversión acabaría abandonando y fue gracias a ella que decidí aprender a escribir para contar historias. Cierto es que la fuerte influencia de mi padre hizo que al final raro era el medio de comunicación por el que pasaba en el que no metiera el morro en la parte de negocio. Si no era para proponer nuevos productos era para venderlos directamente. Mi padre me enseñó a ver el mundo así. Su pasión, su vocación y su vida empresarial impregnó mi infancia hasta el punto de transformar mi carrera. Crezco y me doy cuenta de lo importantes que fueron las conversaciones en la mesa en las que mis padres exponían sus inquietudes, sus problemas y su manera de ver la vida.

Miro a mi alrededor y veo niños grandes cuidando de otros niños, tras la barra de un bar, tras el mostrador de un banco o bajo una bata blanca en una clínica privada.

Miro a mi alrededor y veo profesionales con vocación y otros por obligación. Siento lástima por esto últimos mientras me alegro por los primeros.

Elegir informática, medicina o historia del arte no debería depender solamente de nuestras aptitudes ni de las salidas de dicha carrera, también habría que estudiar cuáles son nuestros sueños, qué es lo que nos apasiona, por qué daríamos la mitad de nuestra vida. Pues al fin y al cabo el trabajo ocupa una gran parte de ella y el objetivo a perseguir debería ser la satisfacción personal de uno mismo y no la de los demás.

Jimena L. Ansótegui
DIRECTORA COMERCIAL

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