25 años
Metidos en campaña electoral, Toni Costa, que luchaba por renovar su escaño como socialista en el Congreso por Balears, anunciaba el 27 de abril de 1993 que el edificio La Bomba, situado en los Andenes, serÃa demolido ese mismo año si el Consell, a través de la Comisión Insular de Urbanismo (CIU), daba su aprobación al proyecto de ampliación del puerto de Vila. Desde el PP se replicó que echar abajo ese mamotreto no deberÃa ponerse como condición. TenÃa que tirarse abajo y punto, porque sÃ. Los populares sà apostaban por un acuerdo para la retirada de los depósitos de Campsa y Butano de sus emplazamientos. Además, el presidente del Consell pitiuso, Antoni Marà Calbet, advirtió de que la CIU no aprobarÃa el plan especial del puerto mientras el Ministerio de Obras Públicas no incluyera el derribo de La Bomba.
Cabreo entre los vecinos y comerciantes de sa Penya porque el barrio era considerado «un punto negro» para turistas
La Asociación de Vecinos y Comerciantes de sa Penya se movilizó para pedir al conseller insular de Turismo, Pere Palau, que hiciera todo lo posible para que ese barrio de Vila no fuera catalogado por los profesionales turÃsticos como «un punto negro», un lugar «no aconsejado para las visitas». Los miembros de la asociación aseguraban que «únicamente dos áreas» concentraban la inseguridad del barrio. Todo sigue igual.
50 años
DDT en 40 hectáreas de ses Salines. En abril de 1968 se escuchó cantar en catalán en Salamanca, tal como informó a Diario de Ibiza Florencio Arnán, director de la Bienal. La facultad de Medicina salmantina acogió un concierto de MarÃa del Mar Bonet, Marián Albero y «el ibicenco Isidor», al que el periódico identificaba como «Isidoro Marà Mayans». Del pitiuso, la revista decÃa que «se llevó los mayores aplausos». Un entomólogo de la dirección general de Sanidad estatal recomendó exterminar los mosquitos de ses Salines mediante «el rociamiento aéreo de 400 hectáreas con malathion» (calificado como probablemente cancerÃgeno), asà como rociar «otras 40 hectáreas con DDT» (de uso prohibido) mediante aspersión. Una bomba ecológica.
75 años
Otro caÃdo de la División Azul. Si en febrero habÃa sido el joven Jorge Asenjo Pineda quien fallecÃa en el campo de batalla de Krasny Bor, cerca de Leningrado (actual San Petersburgo), se comunicaba el 27 de abril de 1943 que el sargento de ArtillerÃa Antonio Recio Cerqueira habÃa muerto «gloriosamente» a la edad de 23 años en «el frente del Este». Apuntado como voluntario en la División Azul que combatió junto al Ejército alemán contra la URSS, Recio habÃa partido hacia Rusia desde Ibiza, donde tenÃa su destino como parte de la 66ª BaterÃa de Regimiento de Costa número 5: «Marchó a aquel frente impulsado por sus hondas convicciones falangistas y su acendrado patriotismo», contaba Es Diari.
100 años
Cacheos a los payeses armados. Hace un siglo, eso de llevar armas por la calle parecÃa tan normal como tener un móvil en el bolsillo, hasta el punto de que el Ayuntamiento de Vila, a través del alcalde de barrio Juan Roig Boned, publicó un largo texto (a modo de artÃculo de opinión) el 24 de abril de 1918 en el que recordaba a lo que se atenÃan quienes portaran o usaran «armas prohibidas». Los navajazos por rencillas, malas miradas o celos eran moneda corriente. Esto era como el far west, pero pitiuso.
«Encuentro que son de aplaudir –decÃa el edil– los cacheos que practican la Guardia Civil, la Guardia municipal diurna y la nocturna, abrigando yo la creencia de que cuanto más frecuentes sean los cacheos de referencia, más buenos serán los resultados». Estaba convencido de que «vendrÃa el dÃa en que acabarÃa el uso de armas prohibidas».
Daba fe el concejal de que «quitada un arma, al poco rato otra puede ser adquirida en el comercio». De ahà que apostara por cacheos continuos: «PodrÃan quitarse armas prohibidas tantas veces como fuesen adquiridas, lo que saldrÃa caro al que las llevase».
Roig culpaba de ese uso y posesión de cuchillos o pistolas a los payeses que venÃan a Vila, no a los urbanitas, y detallaba dónde y cómo ocultaban las armas: «No habrá payés que fuese atrevido a entrar en esta ciudad con armas bajo el cinto, bajo el sombrero que calza o bien dentro de su calzado de pita y esparto, que es de costumbre en nuestro campo».
InsistÃa el edil en que era «partidario de los cacheos con frecuencia desde la cintura, bolsillos y demás escondrijos del payés». Opinaba asà «sin el menor átomo de querer herir el honor de nadie; esta es la pura verdad, fruto del amor cÃvico, fruto de la belleza del sentimiento y fruto de la previsión».
Mientras tanto, los presupuestos generales del Estado incluÃan 2.172 pesetas para el estudio de la carretera de sa Cala, asà como 20.000 pesetas para reparación de carreteras «con el objeto de atenuar la crisis obrera».
Y se anunciaba que en las próximas semanas, la audiencia provincial juzgarÃa a Antonio Tur por «expedición de moneda y billetes falsos».