La base es nuestra infancia

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Jimena L. Ansótegui
Jimena L. Ansótegui
Periodista. Directora comercial de Diario de Ibiza

Los retos del tipo «el que primero termine de comer podrá elegir peli» o preguntas como «¿quién es el más guapo de la casa?» hacen que, probablemente sin darnos cuenta, creemos una necesidad de competir en nuestros hijos. Esto nos ha pasado a todos. Nos lo hicieron nuestros padres y nosotros, muchas veces de manera inconsciente, lo repetimos. A mi parecer no es que sea ni bueno ni malo, sino que para que sea bueno y no sea malo es necesario un entrenamiento previo. La vida es nuestro campo de juego y el entrenamiento para vivirla ha de ser diario y de por vida.

Cuando somos niños nos entrenan nuestros padres con sus riñas, sus halagos, sus exigencias o sus creencias. Ellos no han estudiado para esto, lo han hecho lo mejor que han sabido. Si ha habido suerte, nos habremos convertido en adultos competentes y no necesariamente competitivos. Seguiremos entrenándonos como personas a través de la gente que nos vayamos cruzando a lo largo de la vida y seguiremos aprendiendo de todo lo que nos rodea. Si no ha sido así, probablemente sea un problema de base.

«el deporte es el primer contacto con la derrota o con los límites de muchos niños, por eso es tan sano»

La base es nuestra infancia. Un complejo no superado, las burlas en el colegio, una timidez extrema, etc… Son problemas que cuando no se han resuelto a tiempo afectarán de manera inevitable a la personalidad del adulto. Todos conocemos casos.

Por eso hemos de cuidar de que los reyes de la casa, los más guapos, los que nunca se equivocan y a los que les reímos hasta el tortazo espontáneo sepan que el mundo no funciona así. Los niños son muy maneables y su personalidad está por hacer, por eso creo que hay que dejar que se equivoquen, que se frustren, que se sientan débiles también y que aprendan a defenderse. El deporte es el primer contacto con la derrota o los límites para muchos niños, por eso es tan sano.

Entrenar en equipo fortalece además el autoestima de manera real y no superflua. Hace que uno aprenda a reconocer sus limitaciones y a aplaudir los logros de los demás. Practicar cualquier deporte o realizar actividades en grupo es poner la semilla para crear adultos sanos física y psíquicamente. Personas humildes, disciplinadas y capaces de compartir victorias y derrotas. A jugar se ha dicho!

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