Las últimas ejecuciones derivadas de las sentencias dictadas por el tribunal de Nuremberg contra distintos dirigentes nazis responsables de crímenes de guerra se llevan a cabo el 7 de junio.
Los oficiales responsables del exterminio de judíos y gitanos mueren en la horca. Entre los ejecutados figuran Paul Bobel, Erner Brune, Erich Naumann y Otto Ohlendorf, cuyos crímenes cometidos en la Unión Soviética fueron confirmados por centenares de testigos.
Junto a ellos han sido ahorcados Oswald Pohl, responsable de los campos de concentración en Alemania y George Schallenmair y Otto Schmidt, responsables de la muerte de un gran número de prisioneros en Buchenwald, aunque la cifra no ha podido ser determinada.
Todos los oficiales ejecutados habían servido en las SS y gran parte de la población alemana recibió la noticia de las ejecuciones con sorpresa, pues la constitución alemana prohíbe la máxima pena.