Fraude sobre fraude

Esta es una historia en la que realidad y ficción se funden hasta confundirnos

No te lo pierdas

Historia. ‘Fraude’ fue casi toda la pintura de Elmyr de Hory. ‘Fraude’ fue la biografía que del pintor pergeñó Clifford Irving. ‘Fraude’ tituló Orson Welles la película que hizo sobre la vida de Hory. ‘Fraude’ fue el libro de Irving sobre la vida del excéntrico millonario Howard Hugues. Y remata esta saga de falacias ‘La gran estafa’, película que rodó Lasse Hallström, con Richard Gere de protagonista, siguiendo el tramposo trabajo de Irving sobre Hugues. Hoy, años después, al consultar la hemeroteca del Diario de Ibiza, se me hace difícil no volver sobre aquel pandemónium de despropósitos, escándalos y mentiras.

En los años 60 del siglo pasado, Ibiza era Babel. La isla fue un proscenio carnavalesco que, tras la mascarada, tuvo tintes de parodia y melodrama. Sentados sin prisas en la terraza del bar Alhambra, estuvimos entretenidos con la comedia que representaban personajes de variopinto pelaje que, sorprendentemente, parecían vivir del aire. Su trastienda de milagros se nos develó mucho después. Pero sólo en parte. Nunca llegamos a saber lo que de verdad sucedió.

El principal protagonista de la fiesta fue el pintor húngaro Elmyr de Hory, poliédrico personaje que intentaba pasar desapercibido con seudónimos como von Houry, Cassou, Gallo, Boutin, Herzog, Hoffman, Raynal y algunos otros. Su exitosa aventura americana en la que vendió como originales cientos de cuadros atribuidos a Matisse, Picasso, Braque, Derain, Dufy, Cézanne, Léger, Corot, Chagall, Bonnard, Gauguin, Van Dongen, Degas, Vlamink, Laurencin, Modigliani, Renoir, etc, -obras que en muchos casos autentificaron críticos de arte, galerías y museos-, acabó mal cuando las sospechas de estafa pusieron tras la pista del pintor al FBI y a la Interpol. Siguió una rocambolesca huida que le llevó a buscar refugio en Ibiza.

Un dandi

Elmyr tenía tablas y un porte aristocrático. Vestía como un dandi pantalones blancos, camisa rosicler y foulard. Se dejaba acompañar por jóvenes de buen ver, circulaba en un descapotable, daba fiestas en su acantilado chalet de Los Molinos, La Falaise y, en fin, se hacía querer. Nuestra sorpresa fue mayúscula en la isla cuando la prensa internacional y local lo calificó como el mayor falsificador de arte de todos los tiempos. La clave de su anonimato estuvo en un trabajo discreto que vendía fuera de la isla a través de Fernand Legros y Réal Lessard, dos pájaros de cuenta que, amenazándole con descubrir sus ‘malas artes’, le hacían chantaje y lo acogotaban económicamente.

La historia acabó mal porque el círculo se fue cerrando y, no viendo salida, De Hory se quitó la vida en 1976 cuando iba a ser extraditado a Francia para ser juzgado por falsificación. De Hory acabó creyéndose el personaje que había creado. El personaje lo fagocitó, mató al actor. Cabe decir que el pintor siempre dijo que, lejos de copiar obra alguna de pintores famosos, se identificaba con su técnica y pintaba ‘a la manera de’, es decir, como ellos. Y que esa interpretación era mucho más difícil que la mera copia. También afirmó que en muchos casos no firmaba sus telas, de manera que alguien pudo reproducir determinadas firmas. ¿Verdad? ¿Mentira? Nunca lo sabremos.

Un mediocre y un gran pintor

Fuera como fuese, tanto Elmyr como Irving fueron un par de granujas. El fraude de uno y otro no son comparables, pero mi conclusión es que mientras Irving fue un escritor mediocre, Elmyr fue un pintor endemoniadamente bueno, al que todo lo que le sobraba de técnica le faltaba de inspiración. Al llevar la imitación demasiado lejos cayó en su propia trampa. Hay algo, sin embargo, en esta desgraciada historia que me divierte: pensar que Elmyr descolocó a los expertos. Al punto que, probablemente, todavía hoy seguimos teniendo en colecciones particulares, galerías y museos, obras que pasan por ser originales de grandes pintores cuando sólo son formidables falsificaciones.

Escritor de medio pelo

En cuanto a su biógrafo, demostró no ser trigo limpio. Escritor de medio pelo, Clifford Irving coincidió con el pintor en la isla y el 1969 escribió ‘Fake! The Story of Elmir de Hory, the Greatest Art Forger of Our Time’, obra que el 2009 conocimos con el explícito título de ‘¡Fraude!’. Los avatares que Irving nos cuenta del pintor son a tal punto rocambolescos que Orson Welles se fijó en ellos y estuvo en Ibiza para rodar algunas escenas del documental ‘F for fake’” (‘F de fraude’). He releído varias veces el trabajo de Irving sobre el pintor y sigo sin saber que hay de cierto y de inventado en la historia que explica. Mi impresión es que Irving practica el embolica que fa fort. No me extraña que Welles, al rodar su documental, dijera que Elmyr era buen actor y Clifford mejor falsificador.

Y de Clifford quiero decir cuatro cosas cuando estoy lejos de creer a pie juntillas las peripecias que nos cuenta del pintor. ¿Por qué voy a creer a un mentiroso compulsivo que explica lo que le cuenta Elmyr, otro mentiroso impenitente? Y llamo mentiroso a Clifford porque él mismo se confesó farsante al inventar de principio a fin la biografía del millonario Howard Hugues, fechoría que le llevó a la cárcel. Por otra parte, ¿qué validez puede tener lo que le contara Elmyr que se distinguía por sus interpretaciones, su carácter ambiguo, sus actitudes equívocas y sus volanderos enredos?

Biografía novelada

Si Elmyr no soltaba prenda y siempre ‘actuaba’, es poco creíble que le hiciera a Clifford confesiones que le inculpaban de forma directa, particularmente en un momento en que la policía le pisaba los talones. Es sospechoso, por tanto, que Irving abunde en determinadas conversaciones en las que el pintor habría dado detalles que le delataban. Todo lo más, Irving hace una biografía novelada. Hasta qué punto, es difícil saberlo, pero una muestra de sus fantasías la tenemos al final del libro, cuando apunta que Elmyr habría podido simular su muerte, lo que explicaría que dos personas que le conocían bien le vieran, tiempo después, en Sydney y Honolulu. Pura novela.

Un médico certificó su muerte y varios testigos vieron su cadáver. Pero ¿para qué insistir en lo evidente? Si la biografía que Irving publicó de Howard Hugues fue totalmente inventada, ¿qué no pudo inventarse en la biografía de Elmyr?

Más artículos de este tipo