“(…) ¿Quién no recuerda la frondosidad de nuestra antigua Alameda? Pero a medida que fuése edificando por uno y otro lado, los árboles sufrían la fobia o la ignorancia del pueblo “urbanizador”. Y hoy, gracias a los desvelos del Excmo. Ayuntamiento, se está consiguiendo que nuevos arbolitos alegren a nuestro principal paseo. Pero… ¿no se habrán fijado los ilustres señores de la Excma. Corporación municipal, que las hojas se amarillentan? Sí? Pues es la “ictericia vegetal” que está matándolos. La falta de suficiente agua que es el néctar de vida de los árboles. No basta, por lo visto, con darles unos cubos de agua por semana. Hasta que el árbol tenga bien hondas sus raíces, necesita,mayormente en verano seco como el actual, de mucha agua que pueda imponerse a los rigores del sol de estío.
(…) Los arbolitos del Paseo de Vara de Rey tienen sed: No dejarlos morir, que sería una crueldad. Una limosna de agua para cada arbolito sediento.
Recuerde el pueblo de Ibiza que de una docena de palmeras que fueron plantadas hace unos tres o cuatro lustros, sólo queda una con vida. ¿Y a quién se la debe? Pues no sé.
Se dice que al dueño de un Café de por aquella inmediación, que todos los días, o mejor dicho todas las noches, vertía a la endeble palmerita las aguas empleadas en el lavado del copeo durante el día. Bien merece un homenaje el “arbófilo” cafetero que con su cariño y cuidados salvó de una muerte cierta a una hoy airosa palmera.
–”¡Agua! ¡Agua! ¡Agua!” Piden a gritos los arbolitos del Paseo. No se la niegue quien está llamado a dársela”.
ANTÓN DE LA ERMITA.
(Texto original)
Diario de Ibiza.
08 de julio de 1945