Entre los aƱos 1925 y 1929, las principales capitales del mundo occidental quisieron desquitarse de los aƱos de la guerra. Fue un periodo breve, pero que ha perdurado en la memoria colectiva bajo el nombre de Los locos aƱos veinte.
El pintor francĆ©s Fernand LĆ©ger analiza asĆ aquella Ć©poca. āEn 1918 llegĆ³ la paz; el hombre exasperado, tenso, inmovilizado durante cuatro aƱos, levanta por fin la cabeza, abre los ojos, se distiende, recobra el gusto por la vida. Es un frenesĆ de baile, de derroches, porque al fin uno puede caminar erguido, gritar, aullar, despilfarrar. El desencadenamiento de las fuerzas vivas llena el mundo. El gendarme y la flor roja de la muerte siguen presentes, pero nadie las ve. El color retoma su posiciĆ³n y quiere dominar el mundoā.
En Nueva York, las noches se dividen entre el culto del jazz y la bĆŗsqueda de caminos que permitan borrar el fantasma de la āley secaā, mientras que en BerlĆn se dan paradojas entre los grupos de trabajadores con escaso poder adquisitivo y las elites mĆ”s opulentas. Las mujeres se cortan el pelo dejĆ”ndose el flequillo y el corte rapado en la nuca y fuman cigarrillos. Coco Chanel se convierte en la figura mĆ”s importante de la moda, mientras Josephine Baker pasea su pantera por el barrio de Montparnasse de ParĆs.