“Pasearse unas horas por los parajes y lugares más característicos de la ponentina y pintoresca villa de San Antonio resulta, realmente, encantador.
En poco tiempo se ha transformado en un lugar de veraneo por excelencia y podemos asegurar que no tardará en manifestarse como uno de los centros turísticos españoles más frecuentados.
Sólo es necesario para tal afirmación tener en cuenta las numerosas construcciones que se han llevado y se llevan a cabo en materia de chalets y quintas de recreo. En toda la costa en general y en Cala Grasió en particular, el aspecto de aquellos alrededores es encantador, y nada diremos que sea exagerado hablando de la Atalaya, al afirmar que serán con el tiempo aquellos alrededores unos de los sitios más poblados y atractivos de la isla.
Hoteles y fondas han aparecido este verano completamente ocupados por la presencia de forasteros peninsulares, sin faltar, desde luego, cierta representación del turismo extranjero.
Tampoco será necesario reseñar la importancia económica que ello representa, pues sabido es la ventaja que reporta a un país la industria turística.
La vida y movimiento de este pueblo se desenvuelve en las posibilidades más halagüeñas.
(…) No es raro, pues, que el miércoles último, con motivo de celebrarse la festividad de San Bartolomé se viera la villa de San Antonio visitadísima. Hubo vendedores de turrones y golosinas, regatas, cucañas, carreras de caballos, etc. aparte, naturalmente, de la solemnidad religiosa, que fue lucidísima.
Terminó esta fiesta con el disparo de una traca y fuegos de artificio, sin que se registrara ninguna nota desagradable.
Tenemos, pues, lograda en nuestra isla una gran afluencia de turismo, que es, precisamente, lo que se deseaba alcanzar (…)”.
(Texto original)
Diario de Ibiza.
28 de septiembre de 1949