“Hoy hemos recibido, de nuestro paisano el cabo de Legionarios Antonio Guasch Ripoll, la siguiente correspondencia que muy gustosos publicamos:
Era una mañana de las más frías que aquí se han registrado; no podíamos distinguir nada a consecuencia de la niebla muy densa que todo lo invadía; impreciso se dibujaba a lo lejos, a distancia menor de quinientos metros, el campamento que guarnecen los bravos Legionarios del Tercio.
Esos valientes soldados que defienden con sin igual heroísmo la sacrosanta causa de España, sellaron en un momento los parapetos que les resguardaban contra el peligro de las balas enemigas y con una gran decisión cargaron sobre un campamento y muy numeroso grupo de moros.
Con marcha fatigada a consecuencia de su delicada salud y por falta de cuidados en muchos meses de guerra sin descanso y sin cuartel, llegaron cuatro prisioneros, individuos de la Legión, que fueron cuidados solícitamente, alimentados y vestidos por sus compañeros. Al preguntarles por algunos otros compañeros nos contestaron:
Con nosotros venía otro amigo, valiente soldado del Tercio y al atacarnos los moros, como quiera que cada uno de nosotros tomó por su lado, creemos que el quedó herido y no pudimos acudir en su auxilio.
Oyendo estas manifestaciones, los legionarios saltaron por segunda vez al parapeto provistos de una camilla y un caballo, lanzándose sobre el campo enemigo en busca del prisionero. Y fue hallado; no estaba herido, pero sí con los pies magullados a causa de la larga marcha y del mucho tiempo que había andado sin calzado. Montado a caballo, fue traído a nuestro campamento donde quedó debidamente atendido.
(…) Los ibicencos de la Legión nos encontramos todos perfectamente y enviamos un abrazo a nuestras familias”.
Antonio Guasch Ripoll
Cabo de Legionarios
Melilla, 5-2-22.
(Texto original)
Diario de Ibiza
14 de Febrero de 1922